12 de octubre de 2018

Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional

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El 11 de octubre, el H. Ernesto Sánchez, Superior General, ha hecho una intervención durante el Sínodo sobre los Jóvenes hablando de la “Cultura Vocacional”. Citando una frase del Papa Francisco, que recordaba que “Hay urgencia de volver a llevar a las comunidades cristianas una nueva cultura vocacional”, el superior general del Instituto afirmó que promover esa cultura vocacional “es buscar conectar y sintonizar con las nuevas generaciones, con mirada positiva, encontrando los lenguajes adecuados y comprendiendo el propio contexto”.

Dijo a los participantes del Sínodo que, para llegar hasta los jóvenes, hay que hacer modificaciones estructurales “atreviéndonos a dejar de lado aquello que debe morir, para acoger la novedad de un mundo que también hoy nos quiere sorprender, pues pertenece a Dios.”

El H. Ernesto es miembro del Sínodo, elegido por la Unión de los Superiores Generales como uno de los representantes de las congregaciones religiosas masculinas.

Abajo se encuentra el discurso completo del H. Ernesto.

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XV ASAMBLEA SÍNODO ORDINARIO: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”

Intervención del Hno. Ernesto Sánchez Barba, F.M.S., Superior General,
en la sala del Sínodo, el 11 de octubre de 2018

 

Querido Papa Francisco,

Queridos Cardenales, Obispos, Sacerdotes, Superiores Generales, Religiosas y Religiosos, Laicos y Laicas, y jóvenes, presentes en este Sínodo, 

Mi comentario va sobre el número 90 del Instrumentum Laboris, que en una de sus expresiones, al presentar la vida como vocación, dice: “Se trata, así, de dar origen a una renovada cultura vocacional”

Quien utilizó en 1992 el término cultura vocacional, fue San Juan Pablo II, diciendo: “Deseo, ante todo, llamar la atención hacia la urgencia de promover las que podemos llamar «actitudes vocacionales de fondo», que originan una auténtica «cultura vocacional»”.[1]

El año pasado, el Papa Francisco lo decía a los participantes del Congreso Nacional Italiano de Pastoral vocacional: “Hay urgencia de volver a llevar a las comunidades cristianas una nueva cultura vocacional”[2].

En nuestros días, necesitaremos situarnos humildemente más como discípulos que como maestros, buscando co-crear, mano a mano con los jóvenes, el sueño de Dios.

¿Creemos que los jóvenes entienden las palabras que usamos? ¿Se plantean hoy términos como vocación, discernimiento,…?

Promover una renovada cultura vocacional, es buscar conectar y sintonizar con las nuevas generaciones, con mirada positiva, encontrando los lenguajes adecuados y comprendiendo el propio contexto.  Es necesario favorecer particularmente el protagonismo de cada joven para que él mismo sea el artífice principal de su propia vocación y así reconozca esa semilla interior que ansía germinar, crecer, desarrollarse y dar fruto.

¿No es cierto que a los jóvenes el evangelio sí que les llega e interpela, pero nuestras estructuras “religiosas” no tanto?  Tendríamos que ser capaces de hacer las modificaciones estructurales necesarias para avanzar, atreviéndonos a dejar de lado aquello que debe morir, para acoger la novedad de un mundo que también hoy nos quiere sorprender, pues pertenece a Dios. 

Promover una cultura vocacional tiene que ver con la capacidad deformar sinergia.  Sinergia que comienza con una pastoral juvenil vocacional más integrada, como se indica en el número 86 del mismo Instrumentum Laboris.  Integración que buscamos dar también desde los demás sectores pastorales: educativo, familiar, social, etc.

Sinergia que podemos establecer cada vez con más fuerza, buscando ser y actuar como un cuerpo, valorando y promoviendo la diversidad de carismas y ministerios, comenzando por el don de la vocación laical, que es el de la mayoría de los bautizados, incluido el matrimonio como vocación.  Valorar y apreciar el don de la vida consagrada, en sus diversos carismas, así como el don del ministerio sacerdotal. 

Para concluir, me parece que hoy podríamos colocar más energía en reencender el fuego de la pasión por seguir a Jesús y anunciarlo. Reencenderlo en nosotros, y en las personas de las Instituciones a nuestro cargo, pues creo que será sobre todo “por contagio” que podremos transmitirlo a las siguientes generaciones.  

María fue capaz de acoger la novedad, porque su corazón estaba lleno del calor de Dios. Que ella nos contagie de ese fuego y de esa libertad interior.

Muchas gracias.   



[1]JUAN PABLO II, Mensaje para la 30ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 8 septiembre 1992, n. 2.

[2]PAPA FRANCISCO, Discorso del Santo Padre Francesco ai partecipanti al Convegno promosso dall’Ufficcio Nazionale per la Pastorale delle Vocazioni della Conferenza Episcopale Italiana (CEI), Aula Paulo VI, 5 gennaio 2017

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