Carta de Marcelino – 330

Marcellin Champagnat

1840-03-22

En respuesta a la carta del 11 de febrero anterior (N.° 319), el Cardenal escribe al Padre Champagnat, el 21 de febrero: ?Sr. Superior, he recibido su carta del 11 de los corrientes por la que me ruega interesarme ante el Gobierno en favor de su Instituto para obtener una existencia legal. Estoy deseando ser útil a una congregación por la admisión de cuyos miembros en mi diócesis me felicito, y hago muy sinceros votos para que sus proyectos sean en ella una realidad. Pero, para actuar con mayor eficiencia ante su Excelencia el Sr. Ministro de Instrucción Pública, necesito una breve memoria de lo que debo solicitar. Sr. Superior, sírvase tener la bondad de enviarme ese documento. Acepte, le ruego, la seguridad de mi más distinguida consideración.
+ Ch. Card. de Latour dAuvergne, Ob. de Arras».

Pero mientras tanto, el Padre Champagnat se había enterado, por el Prefecto, de la respuesta del Ministro a su carta, cuya parte más importante hemos citado en la introducción al N.° 312. En el encabezamiento de esta carta había anotado personalmente: «Responder que este asunto ha sido seriamente examinado en el Consejo Real y que se ha decidido que, no habiendo sido reconocida ninguna congregación dedicada a la enseñanza desde hace 10 años, se derivarían inconvenientes, cuya importancia puede ser fácilmente apreciada, si se da curso a esta petición. 27 de enero». Pero el 28 de febrero de 1840, hace responder al Sr. Prefecto que «este asunto, que ya ha sido examinado en el Consejo Real de Instrucción Pública, será de nuevo sometido a su deliberación. Los servicios prestados por los hermanitos de María no serán olvidados, ni tampoco las consideraciones con las que vuestro predecesor había apoyado su petición.» Luego cambia de opinión y hace rehacer este párrafo como sigue: «Este asunto ya ha sido examinado en Consejo Real de Instrucción Pública y se ha decidido que se adjunte a una cuestión general cuya solución anterior debe ser indispensable. No perderé de vista, en su momento, las consideraciones que vuestro predecesor había hecho valer en aquella ocasión». Como se puede ver, el Ministro busca una escapatoria, y se comprende fácilmente el desconcierto del Padre Champagnat, que no sabe cómo interpretar la respuesta. De ahí su necesidad de informaciones más precisas que le podrá proporcionar Mons. de Bonald. En respuesta al Sr. Ardaillon, 16 de julio de 1840, quien había formulado una nueva petición en favor del asunto, el Ministro se muestra más explícito: «El asunto referente a estos maestros presenta dificultades de principio que derivan de las leyes existentes sobre asociaciones religiosas y sobre la instrucción pública. Voy a ocuparme de que sea examinado de nuevo. Puede usted contar, según el interés que le inspira, que pondré personalmente el mayor interés». Sea lo que fuere, el Padre Champagnat ya no estaba allí para acoger a Mons. de Bonald el 2 de julio de 1840. Por su parte, el Cardenal Obispo de Arras no ha esperado el documento prometido para intervenir, pues el 20 de septiembre de 1840, el Hno. François le escribe: «Monseñor, hemos sabido con la más viva gratitud las gestiones que se ha dignado hacer ante el Gobierno en favor nuestro. Nunca hemos sentido de forma tan apremian-te la necesidad de nuestra autorización. Durante este año, hemos necesitado más de diez mil francos para conservar a nuestros Hermanos llamados al servicio militar. Es un gasto enorme con relación a nuestros pobres recursos. Sin embargo, el año próximo otros veinte se van a ver afectados por la ley del reclutamiento para el reemplazo del año 1840. En tan extrema dificultad, ¡cuál no será nuestra profunda gratitud hacia las personas influyentes y generosas que empleen su crédito en acelerar la conclusión de nuestros asuntos en París!...» (AFM, RCLA 1, p. 211.)

Monseñor:

Su Excelencia el Sr. Ministro de Instrucción Pública, en respuesta a una carta que el Sr. Prefecto de la Loire le había escrito el mes de enero en relación con nuestra aprobación, observa que se adjunta a una cuestión general no debatida todavía y cuya solución anterior es indispensable. Habiendo hablado Monseñor de Bonald de nuestro tema durante su estancia en París, recibió una respuesta parecida. Se exigió que Monseñor viera por sí mismo el estado de nuestras casas y redactara luego un informe oficial.
Ante tal estado de cosas, y sin saber cuál es esa cuestión general , no podemos por ahora enviar a Su Excelencia la memoria que tuvo la bondad de pedirnos en su atenta carta del 21 de febrero. Esperamos poder redactarla, según la opinión de nuestro digno Arzobispo, Mons. de Bonald, que, probablemente, no vendrá a nuestra diócesis hasta después de Pascua. Tal vez nos veamos obligados a adoptar, para cumplir el expediente, los estatutos de una congregación ya reconocida, conservando al mismo tiempo nuestro nombre y nuestra independencia.
Monseñor, agradezco intensamente a Su Eminencia la atenta protección que se digna prometernos. La miro como prenda segura de un pronto éxito. Mons. de Bonald, a quien hemos informado de todo, piensa lo mismo que nosotros y nos ha prometido actuar de acuerdo con Su Eminencia para obtener la conclusión de un asunto tan importante para nuestra obra. En cuanto nos sea posible, le enviaremos a usted los documentos que espera de nosotros.
Sírvase aceptar, Monseñor, los sentimientos del más profundo res-peto y perfecta gratitud con los que soy, etc.,

Edición: Crónicas Maristas V - Cartas del P. Champagnat - 1985 - Edelvives

fonte: Según la minuta, AFM, RCLA 1 , pp. 179-180, n. ° 225.

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