21 de octubre de 2013 SIRIA

Maristas Azules

El “statu-quo” reina en Alepo desde hace varias semanas, ligado a la decisión de suspender los ataques aéreos que nos debían infligir para “castigar” al régimen por haber utilizado armas químicas. ¡Querer “castigar” al régimen matando jóvenes reclutas (que se encuentran en los lugares tomados como objetivo) o civiles (por esas llamadas bombas inteligentes que a menudo no dan en el blanco como hemos visto en otras partes) y bombardeando infraestructuras en gran parte destruidas tras dos años y medio de guerra! ¡Qué tontería! Los alepinos lo ven como una comedia grotesca y, en otras circunstancias, les habría hecho reír. Como si la crisis siria hubiera empezado con las armas químicas y fuera a acabar con la destrucción de las mismas. Afortunadamente el acuerdo, que ha permitido guardar las apariencias a los belicistas occidentales, parece ser el inicio de un proceso de paz negociado. Por tanto, desde que se hizo el acuerdo, no hay apenas acciones militares en la ciudad, salvo el ruido continuo pero lejano de los cañones, por un lado, y las batallas en el campo entre las bandas armadas rebeldes, en las que el grupo islamista más extremistas se va imponiendo y ejecutando a los dirigentes del Ejército Libre de Siria.

La vida diaria en Alepo es menos difícil que antes. Continúa el racionamiento de agua, electricidad y pan, pero parece que los alepinos se han habituado a ello y han organizado su vida de modo consecuente. Los desplazados que se habían refugiado en escuelas han sido evacuados y las escuelas han podido abrir. El bloqueo, que dura ya tres meses, se hace menos penoso gracias a un nuevo oficio: el “maabarji” = el que atraviesa el “maabar” o lugar de paso entre las dos zonas. Los rebeldes, que han impuesto el bloqueo, dejan pasar a los peatones (miles cada día, en los dos sentidos); les permiten llevar bolsas pequeñas de plástico, tantas como puedan cargar con sus manos (se prohíbe la entrada de mercancías en camión). Entonces cada persona entra con una bolsa de un kilo de tomates, otra con pepinos, una tercera de uvas, etc. Una vez en Alepo, el “maabarji” da las bolsas a un socio y vuelve a atravesar para venir con otras bolsas. Como kilo a kilo se puede llegar a decenas de kilos, todas las aceras de Alepo están invadidas por los mostradores de comerciantes que se abastecen con los “maabarjis”, los cuales venden sus productos a precios exorbitantes, visto el número de intermediarios y la propina que hay que pagar a los que vigilan los puntos de paso. El avituallamiento se ha vuelto un negocio muy lucrativo para las bandas armadas. Más de dos millones de alepinos, muy empobrecidos ya por la guerra, pagan los productos cinco veces más caros que el mismo producto comprado en el otro lado del “maabar”. La mayoría de los habitantes van a pie. La circulación de vehículos es muy difícil pues las aceras están invadidas por los comerciantes, la calzada está llena de peatones y los coches van haciendo slalom entre ellos.

Sigue estando prohibido pasar gasolina, gasoil y harina. ¡¡Yo he podido llenar el depósito del generador con 1000 litros de gasoil que el “maabarji” ha pasado, poco a poco, en 100 bolsas transparentes de 10 litros cada una, haciéndolo pasar como vinagre!! Hemos estado sin teléfono durante tres semanas, estamos sin internet desde hace seis semanas y el bloqueo de personas está en vigor desde hace 45 días: nadie puede entrar o salir de Alepo sin jugarse la vida. Se nos ha prometido una mejoría con la apertura de una ruta nueva que pasará al lado de las zonas controladas por los rebeldes y permitirá viajar a los alepinos.

Nuestras actividades con los Maristas Azules y la Oreja de Dios siguen muy bien. A inicios de septiembre decidimos alojar en la ciudad a las familias desplazadas de Djabal al Sayde, que estaban refugiadas en nuestra casa al huir de su barrio, invadido el viernes santo por los rebeldes. Lo hacemos por dos razones: estimamos que para estas personas ya es hora de vivir en familia, pues se alojaban en nuestra casa, desde hace cinco meses, en dormitorios separados; y, además, al estar la casa de los Maristas lejos de los colegios de los niños, pensamos que con la vuelta al colegio es preferible que vivan cerca de las escuelas, pues ya no existe el transporte escolar. Les hemos pagado el alquiler (por seis meses) de pequeños apartamentos amueblados (rudimentariamente) que ellos han encontrado.

A partir del 1º de octubre hemos organizado nuestra acción y nuestras actividades en torno a dos ejes:

Las actividades de ayuda

Proseguimos el programa de ayuda a los desplazados de Djabal al Sayde. El 14º “Cesto de la Montaña” (Sallet al Djabal =cesto de alimentos mensual) se ha distribuido a las 300 familias el viernes 4 de octubre. Se ha previsto una distribución de vestidos de invierno a finales de octubre (los desplazados habían abandonado a últimos de marzo sus viviendas, llevando con ellos solo las ropas de primavera que tenían puestas). A primeros de noviembre les daremos calzado y bombonas de gas (indispensables para cocinar). Hemos regalado el material escolar y los libros de texto a los niños. No nos olvidemos de nuestros protegidos del barrio Midane que reciben también un cesto de comida mensual. Distribuimos diariamente a mediodía una comida caliente a 250 personas necesitadas. Y continuamos nuestro proyecto de “Heridos de Guerra” para curar gratuitamente a civiles alcanzados por acciones de guerra y que no tienen medios propios para seguir el tratamiento.

Las actividades pedagógicas

Actualmente nuestros locales vuelven a estar disponibles, con la salida de los desplazados, y para volver a la principal misión de los Maristas -la educación de los niños, especialmente los más desfavorecidos-, hemos desarrollado nuestras actividades pedagógicas intentando responder a las inmensas necesidades originadas por la guerra. El proyecto “Aprender a crecer” se ha ampliado y tiene ahora un hermano gemelo. Con él nos ocupamos de niños en edad preescolar, de 3 a 6 años, para temas de educación, instrucción y salud. El proyecto inicial continua todas las tardes de tres a siete, con 55 niños de familias pobres o desplazadas. El nuevo proyecto se lleva a cabo por las mañanas, de nueve a doce y mediación 100 niños de las familias de los desplazados de las escuelas. En paralelo, por la mañana, va a comenzar un nuevo proyecto, “Quiero aprender”, para 50 niños desplazados en edad escolar de 7 a 13 años que no van a la escuela, para enseñarles al menos a leer, escribir y contar. El programa “Tawasol” sigue 4 mañanas por semana y su objetivo es dar cursos de inglés, de informática, de pedagogía y de trabajos manuales a las madres de 20 a 35 años, para permitirles, además de evolucionar, poder ayudar a los niños en sus tareas. El inglés y el ordenador están ahora en el programa escolar desde el primer año. Finalmente, el proyecto “Skills School” para adolescentes continúa varias tardes por semana, con más de 50 participantes.

Quisiera subrayar que todos nuestros proyectos están destinados a familias desfavorecidas y/o desplazadas y son completamente gratuitos.

Tenemos algunos otros proyectos que nos gustaría realizar, pero nos faltan recursos humanos a pesar de los 42 voluntarios, los 6 empleados (chofer, responsables de compras…) y los nueve miembros del nuestro equipo (3 hermanos maristas y 6 laicos -4 mujeres y dos hombres).

Esta es la situación. Estamos más optimistas que hace dos meses pero tenemos prisa por ver el fin de la guerra. Con los Maristas del mundo entero nuestro lema para este año es Siembra la esperanza. Para concluir, queremos dar las gracias a todos los amigos que nos sostienen con su amistad, sus mensajes, sus oraciones y sus donativos.

En nombre de los Maristas Azules

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Nabil Antaki – 10 octubre 2013
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