5 de marzo de 2023 BRASIL

“Mi padre era un arameo errante…” – 2 meses junto a los refugiados en el Líbano

El H. Donavan Farias Machado, de la Provincia Brasil Sul-Amazônia, vivió durante dos meses una experiencia de voluntariado internacional en el Líbano, en el Proyecto Fratelli, del 15 de diciembre de 2022 al 15 de febrero de 2023. Él tiene 32 años y es de Porto Alegre. A continuación, publicamos su testimonio en forma de entrevista.


¿Cuáles fueron tus motivaciones para hacer un voluntariado fuera de tu país?

La apertura al conocimiento y el aprendizaje de nuevos paradigmas sociales y culturales, y también el desafío de vivir en un contexto completamente nuevo y diferente.

¿Qué es lo que más te impresionó de tu experiencia?

El período que estuve en el Líbano fue significativo en muchos aspectos: religioso, cultural, social, etc. Sin embargo, fue increíble la hospitalidad y la bienvenida de las personas que conocí y con quienes tuve el placer de interactuar. Comenzando por la Comunidad Fratelli, donde fui muy bien recibido, y que jugó un papel muy importante en mi desarrollo personal y comunitario durante todo el período. Otro factor fue la misión realizada con los niños y jóvenes de la región, que en su mayoría provienen de familias sirias que llegaron al Líbano huyendo de los horrores de la guerra civil en su país.

Si pudieras definir tu voluntariado en pocas palabras, ¿con qué expresiones o conceptos resumirías tu experiencia?

“Mi padre era un arameo errante…”. Esta frase que se encuentra en Deuteronomio 26,5-10 hace referencia a la figura de Abram y, como su propio nombre lo dice, “Padre de todos” los pueblos que componen las religiones de los libros: judaísmo, cristianismo e islam. Es también la parte inicial del llamado “credo histórico” del Pueblo de Israel. Conviví con niños y jóvenes de familias que por generaciones recorren el camino en busca de mejores condiciones de vida. Expulsados ​​y fugitivos de sus tierras debido a las guerras, las persecuciones, el hambre y la muerte. Portadores de heridas históricas que nunca cicatrizan, parten en busca de la supervivencia, sometiéndose a veces a trabajos peligrosos y mal remunerados, con la esperanza de obtener lo mínimo vital para su subsistencia y la de sus familias. Son aquellos que buscan las migajas que caen de las mesas ricas y suntuosas.

En el relato bíblico, Abram parte con Sarai y su familia hacia la tierra prometida por Dios, un lugar que “mana leche y miel”. Es en este “lugar” teológico donde la familia Abrámica pudo tender su tienda, ya que en este lugar encontraron la posibilidad de tener vida en abundancia. Se extinguieron el miedo, el hambre, la violencia y la miseria que los persiguió durante mucho tiempo y se restableció y consagró la dignidad del pueblo como factor preponderante para la relación entre lo divino y lo humano.

Nuestros hermanos y hermanas continúan su camino en busca de mejores condiciones de vida. Todavía no han llegado a la “tierra prometida”, sin embargo, en medio del camino, han encontrado puertos seguros que les permiten experimentar lo que se les negó: amor y dignidad. Creo que el proyecto Fratelli es un refugio seguro e importante para muchas familias, tanto sirios como libaneses. Allí pude dar fe de lo que Jesús de Nazaret dejó claro a todos los que lo seguían: “Que os améis unos a otros” (Juan 13:34).

¿Hay algún momento particular que marcó tu experiencia?

La alegría y la felicidad estampadas en los rostros de los niños cuando llegaron a la escuela es algo que llamó mi atención. ¡El “Sabah al Khair!” (Buenos días en el idioma árabe) siempre estuvo acompañado con una gran sonrisa en los rostros.

¿Qué aprendiste durante este tiempo?

Siempre se dice que debemos estar abiertos a lo “diferente”, que este movimiento de apertura a nuevas culturas, a lo “totalmente desconocido”, es esencial para que tengamos una visión global del mundo en el que estamos. Y esto es cierto. Es evidente que las experiencias interculturales son esenciales para nuestro desarrollo como sujetos sociales, y son extremadamente importantes para la deconstrucción de muchos conceptos preestablecidos de manera errónea y equivocada. Sin embargo, lo interesante de este proceso es darse cuenta de que aquello que inicialmente creíamos “totalmente desconocido” no era tan “desconocido” como lo pensábamos. A lo largo del camino vamos descubriendo muchas similitudes que nos ayudan a estrechar las relaciones. Y lo que inicialmente era “totalmente desconocido” se convierte en un hermano y una hermana.

¿Tuviste desafíos?

La experiencia lingüística fue algo increíble y enriquecedor. Era muy común que las personas hablaran árabe, francés e inglés simultáneamente en una conversación. Y todos se entendieran. Para mí, la posibilidad de aprender (el árabe) y poder expresarme en dos idiomas (inglés y francés) fue un desafío y aprendizaje. Un desafío porque empecé a aprender un nuevo idioma (árabe) y en realidad ejercitaba otros dos (francés e inglés), y a la vez, aprendía con esta experiencia lingüística.

Desde el punto de vista de la misión marista, ¿qué significó esta experiencia para ti?

Pude ver que no soy solo un hermano de mi provincia de origen, sino también un hermano de/ y para el Instituto Marista. Esto permite que podamos mirar más allá de los límites provinciales y percibir la misión marista desde un nivel global e intercultural.

¿Qué te gustaría decirles a los que desean ser voluntarios maristas fuera de sus provincias?

Una vez escuché al H. Nilvo Favretto decir que “Allí donde arde el corazón, los pies caminan“. Creo que, primero, la persona necesita tener este deseo de caminar, de estar dispuesto a realizar una experiencia profunda y transformadora. Estar dispuesto a escuchar, aprender y respetar. Estar dispuesto a caminar junto con el pueblo del cual formará parte después. Porque aprenderá a sonreír y llorar con la nueva familia que lo recibirá. Es por esto que la experiencia de hacer un voluntariado es única e irrepetible.

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