19 de marzo de 2024 CASA GENERAL

San José, Patrono del Instituto

El 19 de marzo, la iglesia celebra la fiesta de San José, Patrono de Instituto Maristas. Esta piadosa tradición nos viene de Champagnat que llevaba el nombre de “José” desde el bautismo junto con el de “Benito” y “Marcelino”. La noticia histórica de San José como patrono del Instituto se encuentra en el testamento espiritual de Marcelino proclamado “en presencia de Dios y bajo el amparo de la Santísima Virgen y de san José” cuando Champagnat invita a los hermanos: “A la devoción a María juntad la del glorioso san José su dignísimo esposo; ya sabéis que es uno de nuestros primeros patronos” (Vida, 234). El reconocimiento y gratitud de Marcelino para con san José lo puso de manifiesto en su circular del 13 de enero de 1839 cuando escribió a los hermanos: “¿Quién podrá, después de María, expresar mejor todo lo que sentimos, que San José, ¡ese gran santo! ¡ese hombre seráfico!” (Marcelino Champagnat, Circulaires des Supérieurs, t. 1 (1939) 24.). Champagnat, y con él los hermanos, encabezaban las cartas con los nombres de Jesús, José y María.

El propio Marcelino honraba con unción la persona y la santidad del esposo de María y padre de Jesús en especial los últimos días de su vida. “Hizo con gran fervor el mes de San José para pedir una buena muerte. Rezaba diariamente las letanías del santo esposo de María; y cuando ya al final no podía hacerlo por sí mismo, quiso que un hermano las rezara junto a su cama. En el día de la fiesta de este gran santo, después de haber dado la bendición con el Santísimo, dijo que era la última vez que la daba en ese día” (Vida, 231). “En cuanto tuvo que guardar cama, mandó colocar en las paredes de su habitación las imágenes de Nuestro Señor, la Santí­sima Virgen y san José para poder mirarlas y contemplarlas a su gusto y dar pábulo a su piedad y amor a Jesús, María y José, cuyo auxilio pedía y cuyos nombres invocaba a menudo” (Vida, 241). “No satisfecho con las oraciones jaculatorias, se entregaba con puntualidad y fervor admirables a sus ejercicios de piedad. Respon­día claramente al rosario, que pidió que rezaran a su lado cuando ya no tuvo fuerzas para hacerlo solo, lo mismo que a las letanías de san José y otras oraciones que quiso que se rezaran a cada hora del día” (Vida, 241). “La intensidad y violencia de los dolores no le impidieron se­guir unido a Dios y repetir continuamente actos de amor, de con­fianza y conformidad, de contrición, o bien, breves invocaciones a la Santísima Virgen, a san José, a su Ángel custodio y a sus santos patronos” (Vida, 253). “El jueves, cuatro de junio, el buen Padre tenía ardientes deseos de recibir por última vez a Nuestro Señor; y, recordando las pala­bras del señor cura de San Pedro, confiaba en que Dios le otorgaría esa gracia, que pedía fervorosamente por intercesión de san José” (Vida, 255). “Dirigía constantemente su mirada a los cuadros de Jesús, de María y san José, y viéndose imposibilitado para pronunciar sus nombres, los saludaba con la mano, que le sostenían cuando señalaba a cada uno de ellos” (Vida, 255). “Durante la noche, prosiguió sus invocaciones: ¡Jesús! ¡María! ¡José! Hacia las dos y media, dijo a los hermanos que estaban a su lado: — Hermanos, la lámpara se les apaga” (Vida, 255).

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