Escogieron quedarse

Desde hace algún tiempo nuestros Hermanos del Zaire viven una situación delicada e insegura. Pasaron momentos graves en 1991 con ocasión del primer saqueo generalizado que afectó al País y más directamente a Kinshasa. Aunque las embajadas aconsejaron la evacuación inmediata de los extranjeros y alguna comunidad religiosa tomó esa decisión, nuestros Hermanos europeos escogieron quedarse.

Después de los terribles acontecimientos de Rwanda en 1994, el este del Zaire se ha ido haciendo más y más inseguro y por este motivo evacuamos el noviciado de Nyangezi hacia la República Centroafricana y posteriormente a Obala (Camerún).

En febrero de 1996 «la guerra de Masisi» entre los pueblos bahunde y bahutu tuvo consecuencias dolorosas para las familias de algunos Hermanos zaireños y puso en dificultad la Misión de Bobandana, pero nuestros Hermanos escogieron quedarse y ayudar a los desplazados bahundes.

A finales dei pasado mes de octubre un nuevo conflicto aumenta la inestabilidad y violencia en la región de los Grandes Lagos, especialmente en el Zaire. Con urgencia salieron tres Hermanos que por su origen y residencia corrían serios peligros; por razones similares han sido evacuados dos más y otros dos han salido porque ya no se les podía asegurarla atención que necesitaban.

La guerra se ha extendido por el norte y sur del Kivu y los Hermanos de Goma, Bukavu, Nyangezi, Kindu y Kisangani se han visto envueltos en el conflicto. Todos han sido invitados a reflexionar su salida del Zaire y alejarse de la zona de conflicto, pero han escogido quedarse.

Atención especial me han merecido los Hermanos de la comunidad de Bugobe. Los refugiados han pasado por varias crisis y momentos dramáticos desde julio de 1995. Tengo la impresión que han sido considerados como moneda de cambio al servicio de muchos intereses, incluidos los de naciones muy influyentes en la política africana. El desenlace final es algo terrible. ¿Qué hacer con los Hermanos en esas circunstancias? Cuando podían optar escogieron quedarse con todas las consecuencias. El amor y la solidaridad hacia un pueblo abatido pudo más que los riesgos o que el deseo prudente de poner a salvo la propia vida.

En estas semanas he recibido muchas cartas, dos de ellas me han recordado un pensamiento de monseñor Oscar Romero a propósito de la muerte de sacerdotes y religiosas/os en los momentos candentes del Salvador: «Sería un mal signo que no muriera ningún sacerdote, ni religioso, ni religiosa en momentos en que es asesinada tanta gente del Pueblo».

Una vez más el Señor ha Llamado a nuestra puerta y lo hace por medio de la muerte violenta de los Hermanos Servando, Miguel Angel, Fernando y Julio. Desde los acontecimientos de Rwanda y Argelia en abril de 1994 me pregunto muchas veces: ¿Por qué estas muertes de los Hermanos? ¿Cómo leer estos acontecimientos?

Con este Boletín rendimos un cálido homenaje a la comunidad marista de Bugobe, a Mons. Christophe, arzobispo de Bukavu; a los sacerdotes de Goma, André y Constantin; a las religiosas de Saint Vincent, Laurentie, Colette y Josephine, asesinadas también en la región de Goma.

Hno. Benito Arbués (1996)