H. Virgilio, una rica personalidad

Trifon

Numerosos testimonios nos iluminan sobre la exuberante personalidad del H. Virgilio.

– “Su autoridad sobre los alumnos era absoluta, pero al mismo tiempo amable. Inspiraba confianza, seducía a los alumnos por su elocuencia…”
– En comunidad tenía “la devoción del codo”, la aptitud para el servicio, siendo el primero en el trabajo.
– Su vivir espartano consolidó su carácter, forjó su voluntad, le obligó a la autoeducación y le preparó para prestar cualquier servicio.
– Cuando terminó los estudios universitarios se le pidió que compusiera un libro de Historia Universal y en adelante ya no cesará de colaborar en las publicaciones de la Editorial FTD (luego Luis Vives).
– Cuando los superiores le nombran director de Burgos, se echó a llorar, porque decía que era el más calavera de la numerosa comunidad.
– Habla sobre la Santísima Virgen con acentos de auténtico lirismo. La Madre del Señor le fascina, y hacia Ella vuelve los ojos suplicantes y confiados: “Haz que no me falte nunca tu favor, y ahora y siempre tu amor me encante y me admire y me cautive y me enamore y me embelese y me conmueva y me asombre y me extasíe y me arrebate a las alturas…”
– Era amigo de la alegría y de la juerga: “Era un compañero a cuyo lado uno se animaba, olvidaba las penas de cada día y renovaba sus energías para el día siguiente. Durante los recreos se mostraba siempre gracioso, amigo de hacer y soportar burlas que eliminaban las tensiones. Uno que le conoció durante el segundo noviciado lo recuerda así: “De trato agradable, alegre en la conversación, entusiasta en el trabajo y emprendedor de gran iniciativa. Durante los paseos, en los recreos y en las excursiones, manifestaba su espíritu de familia y su simpatía. Su sana alegría y su buen humor encantaba a todos y cautivaba a los más serios. Trabajador incansable, asiduo y sencillo en el cumplimiento de todos los empleos… Su sencillez y afabilidad le ganaban el afecto de muchos y la admiración de todos.”
– Un Hermano, al que la enfermedad tuvo clavado en el lecho durante un año, dice que el H. Virgilio le hacía varias visitas cada día, como si no tuviera a su cargo la dirección de un colegio importante.
– Era lo suficientemente humilde y prudente como para recibir sugerencias de todos, aún de los más jóvenes, y se informaba de los que llegaban de otros colegios para conocer las innovaciones pedagógicas que se habían experimentado en otras partes.
– Se había especializado en el trabajo de “operador de cine”. Desde el año 1918, en las interminables tardes dominicales de invierno, cuando era imposible salir de paseo, proyectaba a los alumnos interesantes películas, a las que hacía seguir de un diálogo sobre su valor artístico y moral. Insistió ante los superiores para adquirir los mejores proyectores de cine sonoro en cuanto estuvieron disponibles en el mercado. Justificaba así las sesiones de cine, según el testimonio de un Hermano de su comunidad: “Es una hermosa obra de preservación de la niñez y juventud y, a la par, de apostolado…”
– En su colegio tenía organizadas la asociación del Apostolado de la Oración, la Archicofradía del Niño Jesús de Praga, la Santa Infancia misionera, la asociación de Tarsicios (adoradores del Santísimo Sacramento) y proporcionaba todos los años a los alumnos mayores la ocasión de practicar los ejercicios espirituales.
– En 1932 se ponen en práctica las leyes persecutorias contra la Iglesia y la enseñanza católica. Ante la amenaza inminente de persecución, el H. Virgilio crea la sociedad civil La Cultural y por contrato civil pasa a esta sociedad el control del Colegio, que, en 1933, toma el nombre de Liceo Zorrilla. El personal docente está constituido por profesores seglares y hermanos “secularizados”, sin sotana, y haciéndose llamar por su nombre de pila. Al mismo tiempo se ponen a salvo, en los edificios vecinos que eran la sede oficial de la dirección del colegio, los elementos más valiosos de los museos, de la biblioteca y del mobiliario. En septiembre de 1933, los Hermanos Maristas “desaparecen” de Burgos como maestros. El H. Laurentino encuentra excelentes estas iniciativas y las propone a todos los colegios maristas con estas palabras: “Aconcharse, resistir y salvar, si es posible, todas nuestras obras”.

Cuando el H. Bernardo es asesinado en Barruelo, el 6 de octubre de 1934, el H. Virgilio se dirige, a pesar del evidente peligro de muerte, a esa localidad palentina, para socorrer a los Hermanos dispersos y dar sepultura al cuerpo del mártir. Así lo veía el Elías Arizo Rodríguez: “De carácter fogoso intervino en favor de los Hermanos perseguidos siempre que se presentó la ocasión. Fue uno de los elementos con que contaba el Hermano Provincial para todos los casos difíciles que se le presentaban. Fortaleza que sacaba de su intensa vida interior, mantenida por los contactos diarios que teníamos con el Rdo. P. Arbona, S.J. que nos confesaba alternando los días en el Parque, en la Plaza de Cataluña y Paseo de Gracia repartiéndonos, al despedirnos, unas cajitas que contenían pastillas salud que eran la Sda. Eucaristía.”

Hablando a sus colaboradores les decía: “Hablo por experiencia: no son por tanto utópicas las ideas que propago a mis queridos colegas los profesores de segunda enseñanza. S. E. T. O. = Seto. Sacrificio, estudio, trabajo, oración, cuyas iniciales forman la palabra seto, son cualidades que deben adornar a todo maestro de la buena causa. Deben ser todos como un seto vivo, que circundando el alma del niño impida, impida la entrada en ella de cualquier mala doctrina… Por la religión, por la patria, por el alma de nuestros alumnos, eduquemos, cristianicemos”.

Aparte del martirio, hay en el H. Virgilio madera de un santo simpático y cercano.