26 de noviembre de 2008 CASA GENERAL

Te doy gracias María

El pasado 7 de noviembre los miembros de la Casa general se reunieron para celebrar juntos la clausura del Año de la Espiritualidad. La celebración, motivada por el H. Teófilo Minga, fue realizada en tres momentos diferentes: en la iglesia, en la entrada de la casa delante de la imagen de María, y en la Sala Champagnat. Además de los hermanos, participaron también los laicos que trabajan en la Casa general. Más abajo encontrarán algunos de los textos utilizados durante la celebración. Pueden servir de reflexión sobre el tema de la espiritualidad.


Reflexión basada en el primer Capítulo de AGUA DE LA ROCA
LAS TRES PLENITUDES

Con una oración más larga que el habitual en el día 7 de Noviembre se clausuró el Año de Espiritualidad en la presencia de los Hermanos de la Comunidad y de los Laicos que trabajan en nuestra casa. La oración respondía a las grandes intuiciones de cada capítulo que fueron vividas y rezadas en cuatro momentos. Se hacia en cada momento también una referencia al símbolo que Agua de la Roca escogió para cada capítulo. En el primer momento se reflexionaba pensando en símbolo AGUA. Y decíamos:

En el corazón de María descubrimos la fuente inagotable de agua viva que es su hijo, el Señor de la comunidad cristiana primitiva. Seguramente, al beber de esta agua viva, nosotros nos convertimos en agua viva para los demás (cf. Ju 7, 38; AdR 42-43). Al caminar con María en la fe, podemos entrar dentro de nosotros mismos con las palabras de San Alberto Magno, comentadas por José Luis Descalzo, meditando las ?tres plenitudes?.

Dice San Alberto Magno que existen tres géneros de plenitudes: la plenitud del vaso, que retiene y no da; la del canal, que da y no retiene, y la de la fuente, que crea, retiene y da. ¡Qué tremenda verdad!

Efectivamente, yo he conocido muchos hombres-vaso. Son gentes que se dedican a almacenar virtudes o ciencia, que lo leen todo, coleccionan títulos, saben cuanto puede saberse, pero creen terminada su tarea cuando han concluido su almacenamiento: ni reparten sabiduría ni alegría. Tienen, pero no comparten. Retienen, pero no dan. Son magníficos, pero magníficamente estériles. Son simples servidores de su egoísmo.

También he conocido hombres-canal: es la gente que se desgasta en palabras, que se pasa la vida haciendo y haciendo cosas, que nunca rumia lo que sabe, que cuando le entra de vital por los oídos se le va por la boca sin dejar pozo adentro. Padecen la neurosis de la acción, tienen que hacer muchas cosas y todas de prisa, creen estar sirviendo a los demás pero su servicio es, a veces, un modo de calmar sus picores del alma. Hombre-canal son muchos periodistas, algunos apóstoles, sacerdotes o seglares. Dan y no retienen. Y, después de dar, se sienten vacíos.

Qué difícil, en cambio, encontrar hombres-fuente, personas que dan de lo que han hecho sustancia de su alma, que reparten como las llamas, encendiendo la del vecino sin disminuir la propia, porque recrean todo lo que viven y reparten todo cuanto han recreado. Dan sin vaciarse, riegan sin decrecer, ofrecen su agua sin quedarse secos. Cristo -pienso- debió ser así. El era la fuente que brota inextinguible, el agua que calma la sed para la vida eterna.

Nosotros -¡ah!- tal vez ya haríamos bastante con ser uno de esos hilillos que bajan chorreando desde lo alto de la gran montaña de la vida.

¿Qué tipo de hombre/mujer soy yo: vaso, canal o fuente?



Reflexión basada en el tercer Capítulo
HACERSE PAN

La reflexión en el tercer momento se centraba en la llamada a la comunión y al servicio que Jesús nos hace. El símbolo de la mesa propuesto por Agua de la Roca en el tercer Capítulo se transformaba en nuestra oración en el símbolo del pan. Esta llamada encuentra un eco extraordinario en el libro Agua de la Roca, sobretodo en el capítulo tercero (cf. 91, 92, 95, 97, 99: pequeñas virtudes, 101, 102, 104, 107?).

Sabemos que el Lavapiés de Juan corresponde a los textos eucarísticos de los sinópticos. Esto significa que, en la vida cristiana, es imposible separar la experiencia de la Eucaristía, (relación con el Señor), y el servicio fraterno (relación con las personas). Agua de la Roca expresa muy bien esa relación en tres números (cf. 23, 86, 104): no se puede vivir la Eucaristía sin servir a los hermanos. Por otras palabras, estamos invitados a vivir de modo eucarístico, es decir, a participar del sacrificio de Cristo y a ofrecernos con Él al Padre para la salvación del mundo. En términos muy prácticos esto significa que realizamos en nuestras vidas lo que nos dice el número 107, que es una explicitación del número 104:

?Fundados en una común confianza en Dios, ofrecemos nuestras vidas en servicio. En el apostolado, al igual que Jesús, nos partimos y nos damos a nuestros hermanos y hermanas. Verdaderamente somos pan de vida para los demás, como Jesús lo ha sido para nosotros? (107).

Que significa ser pan para los otros?

Puede que sea bonito, pero desde luego no es nada fácil HACERSE PAN. Significa que ya no puedes vivir sólo para ti, sino también para los demás. Significa que ya no puedes poseer nada, ni cosas, ni tiempo, ni talentos, ni libertad, ni salud, como algo exclusivo: todo lo tuyo ya no es sólo tuyo, es también ?de? y ?para? los demás.

Significa que tenemos que estar, enteramente disponibles, a tiempo completo. Ya no puedes protestar de cualquier modo, por cualquier cosa. No puedes refunfuñar si te requieren, te molestan o te llaman a cualquier hora y para cualquier cosa. Significa que debes tener paciencia
y mansedumbre… Como el PAN, que se deja amasar, cocer y partir.

Significa que debes ser humilde, como el PAN, que no figura en los platos exquisitos; pero que siempre está ahí, siempre para acompañar. Significa que debes cultivar la ternura y la bondad, porque así es el pan: TIERNO Y BUENO. Significa que debes estar dispuesto siempre al sacrificio, como el pan que se deja triturar.

Significa que debes vivir siempre en el amor más grande, capaz de morir para dar vida, como el pan. Déjate triturar por los que están a tu lado, déjate amasar… por los trabajos y los servicios a favor de los hermanos.

Déjate cocer por el fuego del amor y del espíritu. Así ya podrás ofrecerte a quienes tengan hambre.

Ayúdanos, Señor, A SER PAN PARA LOS DEMÁS.

¡COMO TÚ!



Reflexión basada en el segundo Capítulo de AGUA DE LA ROCA
TE DOY GRACIAS MARÍA

Agua de la Roca presta, no sin razón, una atención especial a la mujer y a su presencia en la misión y la espiritualidad marista. De hecho, la referencia al mundo femenino está presente en todos los capítulos del documento (cf. 1º capítulo: 31, 43; 2º: 58, 71; 3º: 97, 119, 122; 4º: 127, 139). Su presencia fortifica una dimensión de nuestra espiritualidad que es relacional y afectiva. (cf. AdR 31). Este es otro aspecto del espíritu de familia que caracteriza nuestra espiritualidad (cf. AdR, 30-32). Pensábamos a los miles y miles de mujeres que trabajan en nuestras obras y viven nuestra espiritualidad. Agradecíamos su presencia en el mundo marista dando gracias al Señor por todas ellas en la persona de María. Aun aquí nos servíamos de las palabras de José Luís Martín Descalzo: Te doy gracias, María. Vivíamos el símbolo del CAMINO haciendo esta meditación en procesión desde la capilla grande a través del pasillo de los ?Superiores Generales?, hasta la Sala Champagnat.

?Te doy gracias, María, por ser una mujer. Gracias por haber sido mujer como mi madre y por haberlo sido en un tiempo en el que ser mujer era como no ser nada.

Gracias por haber sido una mujer libre y liberada, la mujer más libre y liberada de la Historia, la única mujer liberada y libre de la Historia, porque tú fuiste la única no atada al pecado, la única no uncida a la vulgaridad, la única que nunca fue mediocre, la única verdaderamente llena de gracia y de vida.

Te doy gracias porque supiste encontrar la libertad siendo esclava, aceptando la única esclavitud que libera, la esclavitud de Dios, y nunca te enzarzaste en todas las otras esclavitudes que a nosotros nos atan.

Te doy gracias porque te atreviste a tomar la vida con las dos manos, porque al llegar el ángel te atreviste
a preferir tu misión a tu comodidad, porque aceptaste tu misión sabiendo que era cuesta arriba, en una cuesta arriba que acababa en un Calvario. (?)

Gracias por tu libertad de palabra cuando hablaste a Isabel. Gracias por atreverte a decir que Dios derribaría a los poderosos, sin preocuparte por lo que pensaría Herodes.

Gracias por haber sabido que eras pobre y que Dios te había elegido precisamente por ser pobre. Gracias porque supiste hablar de los ricos sin rencor, pero poniéndolos en su sitio: el vacío. Gracias porque supiste ser la más maternal de las vírgenes, la más virginal de las madres. Gracias porque entendiste la maternidad como un servicio a la vida, ¡y qué Vida! (?)

Gracias por haber sabido ser luego una mujer de pueblo, por no haber necesitado ni ángeles, ni criadas que te amasaran el pan y te hicieran la comida, gracias por haber sabido vivir sin milagros ni prodigios.
Gracias por haber sabido que estar llena no era de estarlo de títulos y honores, sino de amor. (?)

Gracias por haber respetado la vocación de tu Hijo cuando se fue hacia su locura, por no haberle dado consejitos prudentes. (?) Gracias por haber sabido quedarte en silencio y en la sombra durante su misión, pero sosteniendo de lejos el grupo de mujeres que seguían a tu Hijo. (?)

Gracias por haber sido la mujer más entera que ha existido nunca y gracias, sobre todo, por haber sido la única mujer de toda la Historia que volvió entera a los brazos de Dios. Gracias por seguir siendo madre y mujer en el cielo, por no cansarte de amamantar a tus hijos de ahora.

José Luis Martín Descalzo



Reflexión basada en el cuarto capítulo y parte final
LLAMADOS Y ENVIADOS POR EL ESPÍRITU

Este capítulo también es introducido por un texto bíblico muy conocido: Lc 4, 18-19 que retoma Is 61, 1-2. Este texto tiene un alcance extraordinario cuando lo leemos en una perspectiva apostólica. Presenta la vocación del profeta, enviado por Dios a anunciar su Reino.

?El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor. (Lc. 4, 18-19; cf. Is. 61, 1-2).

En Isaías encontramos también un elemento de carácter psicológico que Lucas no explicita. Isaías es enviado ?para consolar a todos los que lloran, para darles diadema en vez de ceniza? (Is. 61, 2-3).

¿Cómo se caracteriza entonces nuestro apostolado, puesto que todo Marista es llamado y es enviado por el Espíritu de Dios? Considerando el último versículo de Isaías, podemos decir que el apostolado marista abarca TODAS las dimensiones del ser humano: desde la social a la religiosa, pasando por la política, la física y la psicológica.

Las diversas dimensiones son:

1. Estamos enviados a anunciar a los pobres la Buena Noticia (nivel social);
2. Estamos enviados a proclamar la liberación a los cautivos (nivel político);
3. Estamos enviados a dar la vista a los ciegos (nivel físico);
4. Estamos enviados a consolar a todos los que lloran (nivel psicológico);
5. Estamos enviados a proclamar un año de gracia del Señor (nivel religioso).

Es evidente que no conseguiremos realizar todas estas dimensiones y los sueños que ellas cargan sin la presencia del Espíritu de Dios en nosotros, en la Comunidad y en la Congregación. Comenzamos el Año de la Espiritualidad el 7 de octubre de 2007 invocando la presencia del Espíritu, cantando la tradicional secuencia al Espíritu Santo
Lo terminamos hoy ? 7 de noviembre de 2008 ? invocando al mismo Espíritu, para que continúe animándonos. De hecho, el Año de la Espiritualidad no está terminado. Entre los objetivos de dicho año encontramos uno que nos pide crear procesos de formación espiritual que continúen más allá del año 2008. Más que un tiempo, es una gracia que hay que pedir y acoger. El Fuego Santo de Dios nos abre al futuro.

Acogemos en nuestras vidas el fuego de Dios. ?He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya hubiera prendido!?, nos dice Jesús (Lc 12, 49). El bautismo en el Espíritu y en el fuego iniciado en Pentecostés, por un lado purifica a los apóstoles, por el otro los empuja a un apostolado mucho más allá de las fronteras de Palestina. El Espíritu de Dios conduce siempre a nuevos horizontes de misión, que ni siquiera podemos imaginar (cf. Lc 3, 10; At. 2, 3-4).

Fuego santo ven y arde, de mi barro haz tu nueva creación;
Fuego santo ven y arde, trae al mundo la fuerza de resurrección
Fuego santo ven y arde, eres potencia de nueva creación
Dulce huésped ven y arde, eres luz, fuerza y vida de salvación
Del abismo y clavado, fuego santo ven, luz divina ven
Tráenos al mundo la fuerza de resurrección..

VOLVER

Laicos maristas...

SIGUIENTE

Adviento y solidaridad Marista 2008...