3 de enero de 2017 HAITí

¡Un buen ejemplo de solidaridad marista internacional!

Don Réginald Sauvageau es un laico marista canadiense comprometido desde siempre. Después de algunos años de docencia como religioso marista, continuó su labor de educador como laico, vinculado siempre a los maristas. Cuando se jubiló, ofreció sus servicios a la comunidad para que contaran con él ante cualquier necesidad que se presentara. Estuvo en Vanuatu como profesor, y posteriormente en Haití como constructor, en varias ocasiones. Los trabajadores haitianos le llamaban “ingeniero” debido a su talento y habilidad manual.

El pasado mes de octubre se encontraba en Jérémie continuando la construcción de un centro comunitario adyacente al noviciado. Ahí fue sorprendido por el huracán Matthew. Inmediatamente, mostró su solidaridad con los hermanos y con la población: decidió quedarse en el lugar y contribuir a la reconstrucción de las instituciones maristas y apoyar la ayuda humanitaria.

Su colaboración no sería posible sin el consentimiento de su esposa Monique, que le anima a continuar con su servicio y compromiso. ¡Gracias, Réginald! ¡Gracias, Monique!

Sigue el testimonio de su experiencia de colaboración en Haití.

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La fuerza destructora de un sistema tormentoso, como el huracán Matthew que sacudió Haití a principios de octubre, ha sido sorprendente.

La explosión espontánea de la generosidad de la comunidad internacional marista a la vista de esta desgracia que azotó a Haití, ha sido admirable.

Estos son los primeros sentimientos de un voluntario marista que trabaja desde hace varios años en la misión de Haití.

Sin ceder al desaliento, que por otra parte podría comprenderse, las comunidades maristas y los haitianos de la zona, se pusieron a trabajar para limpiar la casa, construir refugios temporales y reparar los tejados con los materiales que tenían y las fuerzas que les quedaban.

Pero los religiosos y los laicos maristas tenían una preocupación mayor: reparar las escuelas dañadas por los vientos de más de 250 Km/hora.

La respuesta rápida y eficaz de las autoridades maristas mexicanas fue un poderoso estímulo para todos nosotros. Nuestro agradecimiento más sincero a las comunidades de todo el mundo que han contribuido generosamente. También cabe destacar la labor del hermano Sergio Cáceres por su labor de coordinación de la compra de materiales y la distribución de los recursos disponibles.

Personalmente, me he implicado en la planificación y ejecución de los trabajos de reparación de los tejados de las escuelas La Natividad y Fátima de Dame-Marie, dos escuelas dirigidas por los Hermanos Maristas.

La eficacia de los trabajadores haitianos implicados ayudó a reparar un número suficiente de espacios para que las clases se pudieran abrir dos semanas después del paso del huracán, con la consiguiente alegría por parte de alumnos y profesores. Los directores de ambas escuelas han dado prueba de buen ingenio al reubicar grupos o al distribuir alumnado en pasillos protegidos. Una vez más, las dificultades que se presentan, despiertan cualidades escondidas en las sombras.

Durante algunas semanas estudiantes y trabajadores convivían a diario, animándose y mostrando mutuo agradecimiento.

 

Como voluntario laico en el seno del mundo marista desde hace más de veinte años, quisiera sugerir a los laicos que creen en la misión marista, que no duden en participar, según sus posibilidades y sus capacidades. Serán los primeros beneficiados. Contamos con el próximo Capítulo general para sentar las bases de una organización internacional sólida, de laicos deseosos de trabajar con los religiosos en el desarrollo de la solidaridad internacional, a ejemplo de Marcelino Champagnat.

Réginald Sauvageau

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