23 de noviembre de 2023 CASA GENERAL

Centro San Marcelino Champagnat en Bucarest

“Dejarse sorprender implica romper con las cadenas interiores que nos atan”

Marcelino Champagnat, al inicio del siglo XIX, se dejó sorprender por los acontecimientos de la época, se dejó sorprender por los niños y jóvenes de su parroquia que se encontraban en dificultad, se dejó sorprender por Dios que le invitaba a sumarse a la obra del Reino. De igual modo, durante ya más de 200 años, miles de hermanos y laicos se han dejado sorprender.

En Bucarest, capital de Rumanía, los Maristas tenemos una obra que atiende a niños y jóvenes vulnerables. Se trata de una de esas obras a las que ahora se llaman “27/4”.

  • Una de esas obras que quieren, y lo consiguen, dar respuesta a la necesidad de una educación integral.
  • Una obra que atiende a niños, niñas, adolescentes y jóvenes que no pueden vivir, por diferentes motivos, con sus familias.
  • Una obra social, como existen tantas en el Instituto, donde los niños y jóvenes viven gran parte de su vida durante los años de formación.
  • Una obra educativa que fomenta que los niños se sientan respetados y amados.
  • Una presencia marista que nos habla de “familia carismática global”.

Quien lea este artículo, podría decir que nos es “27/4”, sino “24/7”. Pues sí, puede, quizá también se podría hablar de esto último. Sin duda, estos número son sólo la excusa para traer aquí y poner en valor el trabajo educativo integral que están desarrollando nuestros hermanos y laicos maristas de Bucarest, para destacar la entrega de los voluntarios que dedican parte de su tiempo a esta obra, para poner en valor la vida de un grupo de niños y jóvenes que quieren crecer, desarrollarse, vivir felices.

Sí, se tratan de un “juego de palabras”, o más bien de números, que nos recuerda y nos muestra, a todos los Maristas de Champagnat, el testimonio encarnado del Evangelio de Jesús en el siglo XXI, a través de quienes trabajan, acuden y viven el Centro San Marcelino Champagnat de Bucarest.

Aprovecho estas líneas para dar gracias a Dios por el testimonio de tantos Maristas de Champagnat que, con sus vidas, consiguen hacer cierto lo que nos recordaba la segunda llamada del XXII Capítulo General: “ser el rostro y las manos de tu tierna misericordia”.

Aprovecho para dar gracias a Dios por tantos hombres y mujeres, por tantos niños y jóvenes, que han sabido hacer de sus vulnerabilidades un camino para llegar a Dios, para dejarse interpelar por Él, para salir al encuentro de quien se encuentra en necesidad.

“Aceptar las propias vulnerabilidades se convierte en el espacio para la acción del Espíritu.”


H. Ángel Diego García Otaola – Secretariado de Solidaridad

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