El H. Emili Turú habla sobre los religiosos y el llamado a la renovación
Reproducimos aquí una entrevista al H. Emili Turú, Superior general del Instituto desde el 2009 hasta el 2017, y actual secretario general de la Unión de Superiores Generales. Esta entrevista apareció por primera vez en la edición del 8 de febrero del periódico The Irish Catholic.
¿Cuál es el significado de este Sínodo sobre la sinodalidad con todas sus profundas novedades para la vida religiosa?
El Papa Francisco ha dicho varias veces que la sinodalidad es lo que el Señor espera de la Iglesia en este milenio en el que vivimos. Durante la reunión conjunta de las dos Uniones de Superiores Generales pude comprobar que la vida consagrada está convencida de esta llamada del Espíritu en este momento de la historia, y se compromete a llevarla adelante. Ciertamente, habrá excepciones entre los miembros de la vida consagrada, pero entre los miembros del liderazgo he visto esperanza y compromiso.
Alguien comentó que este Sínodo tiene, de alguna forma, el mismo aliento y espíritu del Concilio Vaticano II; En su opinión, ¿es así? ¿Por qué?
El Vaticano II significó, entre otras cosas, el redescubrimiento de la Iglesia como Pueblo de Dios. El ejercicio de la sinodalidad es una aplicación práctica de esta eclesiología.
La historia de la Iglesia nos recuerda que la puesta en marcha de un Concilio requiere un período de unos cien años… ¡Ahí es donde estamos ahora, en la implementación del Vaticano II!
¿Cuántos religiosos y religiosas participan en las asambleas sinodales? ¿Cuál cree usted que es el aporte específico que hacen, y cuál es la propuesta del Sínodo a la Vida Religiosa?
No tengo una cifra concreta, pero probablemente sea alta. Hay 10 religiosos y religiosas elegidos por la USG (5) y la UISG (5). Pero hay muchos otros religiosos y religiosas: algunos elegidos directamente por el Papa, y muchos otros que colaboran en tareas de facilitación o como consultores, u otro tipo de apoyo. También hay muchos obispos que son religiosos… ¡empezando por el Papa!
En la vida consagrada hay una larga historia de experiencias sinodales, aunque con formas diferentes, a veces influenciadas por el contexto histórico en la cada congregación fue fundada. Las diferentes tradiciones espirituales ofrecen su riqueza al proceso sinodal, pero al mismo tiempo, se sienten desafiadas a abandonar lo que no es esencial en su propia tradición y abrazar con apertura la novedad del Espíritu.
Al hablar sobre el significado del encuentro, el Padre Arturo Marcelino Sosa, Superior general de la Compañía de Jesús y presidente de la USG, exhortó a los participantes a no perder la oportunidad de “pensar juntos en la mejor manera de combinar energías y recursos para servir a la misión de Cristo”. ¿Qué estrategias se discutieron para mantener vivo el espíritu sinodal entre las dos Uniones?
Las dos Uniones participaron muy activamente en el proceso de consulta que precedió a la primera sesión del Sínodo, y lo seguirán haciendo cada vez que se les invite a hacerlo. En el encuentro que tuvimos con el Papa quedó muy claro que las dos Uniones de Superiores Generales están uno junto al otro en este esfuerzo por renovar la Iglesia universal.
Además, las dos Uniones caminan juntas desde hace años, de manera sinodal, colaborando en numerosas iniciativas y proyectos.
¿Qué imagina y, sobre todo, espera de este largo y participativo proceso sinodal, dese ahora, y su conclusión dentro de un año?
Intento no tener expectativas demasiado altas, porque un proceso de renovación de la Iglesia universal lleva muchos años… ¡y mucha paciencia!
Pienso que ya podemos ver los frutos de este Sínodo en el camino recorrido: aprendemos juntos a escucharnos unos a otros, a discernir, a escuchar al Espíritu. Creo que esto es lo más importante. Un nuevo estilo de relacionarse en la Iglesia, con todos nuestros hermanos y hermanas, creyentes y no creyentes. Espero que, dentro de unos años, cuando miremos hacia atrás, podamos reconocer que el camino que recorrimos juntos nos hizo mejores personas, mejores cristianos.