12 de diciembre de 2005 BRASIL

Entrega total a Dios a través del ideal de Marcelino

El día 19 de noviembre de 2005, la comunidad eclesial de Santa Isabel, en Rio das Antas-SC, vivió un acontecimiento de gran alegría y de profundo significado, con la profesión religiosa a perpetuidad del Hermano Valdir Gugiel.
Con anterioridad a la celebración se tuvo una semana vocacional, preparada por el Sector de Pastoral y Animación Vocacional de la Provincia, que se extendió a las escuelas y comunidades eclesiales de la región. Por otro lado, los familiares del Hermano Valdir se esmeraron en preparar una fiesta que reunió a más de 400 personas para el abundante y sabroso almuerzo de confraternización que se tuvo después de la celebración eucarística de la profesión religiosa.

La celebración, solemne y participada con animación, fue concelebrada por el párroco de la iglesia local y por un padre marista. Se contó con la presencia de la familia y amigos, de los fieles de la parroquia, de un gran número de hermanos y formandos, y personas relacionadas con las obras maristas que vinieron de lejos. El templo quedó abarrotada. El Hno. Valdir Gugiel pronunció sus votos perpetuos ante el Hno. Provincial que los recibió en nombre del Superior General. Dejó a todos un mensaje de optimismo y de compromiso, y el testimonio de fe, de generosidad y de confianza como Maria, la Buena Madre, y Marcelino Champagnat, en el Señor que llama y envía.
Algunos momentos tuvieron particular relieve dentro de la celebración: el signo de la entrega del hijo al Señor, por los padres; la ceremonia de emisión de los votos con la entrega de las Constituciones, la alianza y la cruz por el Hermano Provincial y por los padres del Hermano Valdir; la presentación de los símbolos para la misión, en el momento de las ofrendas; las palabras de los celebrantes, del Hno. Provincial y del propio Hermano Valdir; la retrospectiva de la vida del Hermano Valdir, incluyendo algunos relatos ?pintorescos?, señales de su personalidad alegre y humorista, revelados por una de sus hermanas; la Salve Regina cantada por los Hermanos y formandos, al final de la Misa; y la efusiva y calurosa acogida manifestada al Hermano y a la familia marista.

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