Carta a Marcelino

P. Jean-Claude Colin

1832-02-03

La determinación del P.Colin de interferir en la organización jerárquica del grupo de Lyon, sin tomar en cuenta lo que estaba oficializado anteriormente por parte de la arquidiócesis, quizá tuvo repercusiones imprevistas. En esta carta el P.Colin se disculpa, diciendo que no tenía en mente a nadie en particular con aquella determinación. Sin embargo, salta a la vista que sí involucraba al P.Champagnat, ya nombrado superior. En este documento, por primera vez, el P.Colin expresa sus planes respecto a los ?Hermanos coadjutores?, religiosos legos apenas para el trabajo manual y para el servicio de los Padres Maristas. Durante algún tiempo pretendió someter a su proyecto a los Hermanos Maristas, fundados por el P.Champagnat, pensando en unirlos a sus ?Hermanos Coadjutores?, para que hubiese una sola rama de Hermanos en la Sociedad de María. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

Mis queridos Cohermanos:

[1] No sé cómo habrán tomado ustedes mi proposición con relación a la elección de un superior para el cuerpo de misioneros en la diócesis de Lyon. El interés de la obra, el deseo de verla tomar más con insistencia y de prevenir mayores dificultades en el futuro, son los únicos motivos de mi iniciativa. Espero no haber afligido a ninguno de ustedes; ciertamente eso no era mi intención. Debemos cerrar más y más los lazos que nos unen y no descuidar nada para el éxito de una Sociedad por la cual hemos hecho ya todos tantos sacrificios. No debemos extrañarnos de ver algunas veces al P. Rouchon pensar algunas veces distinto de nosotros; al contrario, debemos no contrariarlo, no entristecerlo, sin embargo jamás derogar nuestro propósito, ni variar en nuestros sentimientos. Pero debemos tener en cuenta su edad y testimoniarle todo el respeto posible; pienso que el P. Rouchon haría mejor en no agregarse a la obra; difícilmente podría tomar parte en nuestras ideas y consentir en depender de los más jóvenes queél, pero, puesto que tiene la intención de hacer una buena obra, parece que podría ceder los apartamentos que le sobran, a los misioneros que ayudarán con su ministerio a su parroquia y a las parroquias circunvecinas; en ese caso les sería fácil a ustedes reunirse en Valbenoîte y designar entre ustedes un superior y un vicesuperior. Me atrevo aún a decirles que si eso se arreglara de este modo, no temería el ir a pasar un tiempo con ustedes para ayudar a establecer en Valbenoîte la misma disposición, el mismo espíritu que en Belley. Pero para eso se necesita que todos ustedes tengan el mismo espíritu que en Belley. Pero para eso es necesario que todos estén así mismo, de acuerdo y que la autoridad de Lyon intervenga. Entretanto, redoblen sus oraciones en espíritu de humildad y de caridad.

[2] En cuanto a nosotros, pensamos siempre que el cuerpo de sacerdotes maristas tomará poca consistencia mientras permanezca en la casa de los hermanos; que el superior de los hermanos no pueda ser el superior de los padres y que la primera cosa que tengan que hacer sea ver, cuando sea conveniente, a qué lugar podrán retirarse los padres misioneros y quién es el que conviene poner a la cabeza de ellos. He aquí mis queridos cohermanos, lo que no me atrevo aún a decidir y lo que no decidiré nunca sin el consentimiento y la aprobación de los superiores de Lyon. Permanezcan por tanto todos como hasta ahora, sumisos al P. Champagnat hasta nueva orden. Espero tener pronto una plática con el P. Cattet; entonces podrá uno explicarse con el P. Rouchon y hacerle proposiciones. Mientras queden tranquilos y continúen formándose en las virtudes sólidas, en los conocimientos necesarios a un misionero; apreciemos el ser humillados, el sufrir por Jesús y María; que las miras temporales no nos influencien nunca en nuestra conducta; que la gloria de Dios y de María, que el bien de la Sociedad regulen solos nuestros pasos y nuestros procederes. La Providencia es suficientemente rica; ella nos proporciona todo lo que necesitamos.

[3] En cuanto a la disposición de los hermanos Maristas y José, de los que ya les hablamos, pensamos en Belley, que no habrá más que un cuerpo de hermanos; que ese cuerpo estará compuesto por dos clases de hermanos: hermanos Maristas y hermanos José; los que hayan sido recibidos como hermanos José, no podrán nunca llegar a ser hermanos Maristas a menos de una razón muy grave; pero los hermanos Maristas podrán llegar a ser hermanos José; el empleo al que se les destine hará entre ellos la distinción entre hermanos Maristas y hermanos José. Más tarde veremos si éstos tendrán el mismo hábito. Lo demás lo examinaremos más y más.

[4] Cuando llegue el momento de formar en Belley un establecimiento de Hermanos, tendré el placer de escribirles. He dado una respuesta favorable a la petición del P. Douillet. Si tienen que hacer un viaje a la diócesis de Grenoble, me gustaría que tomasen información acerca de las Hermanas de Saint Clair. Pueden verlas e informarse a qué cuerpo están agregadas, si piensan aún en la congregación de María.

[5] Las dificultades que se encuentran y parecen oponerse a su organización me consuelan y alientan y son para mí la prueba de que la obra puede estar en la voluntad de Dios, puesto que lleva el sello de sus obras.

[6] Mis cohermanos y yo, los abrazamos a todos en Cristo y María, y soy con el mayor afecto su totalmente abnegado servidor y cohermano,

COLIN, superior.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 122.08; OM 242

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