Carta a Marcelino

P. Jean-Baptiste Pompallier

1832-05-02

El documento refiere el apostolado tipo ?misiones populares? ejercido por los Padres Maristas antes de 1836, esto es, antes de su aprobación oficial como Congregación Religiosa. En este caso concreto aquí se trata de los Padres Pompallier y Jean Forest, del grupo de l?Hermitage, que parten para una ?misión pastoral? durante la cuaresma y el tiempo pascual de 1832, a una zona de la diócesis, el Beaujolais, más concretamente en las localidades de Cercié y de Quincié, con la parroquia de S. Etiennela-Varennee. Se ve que están contestando a una carta del P.Champagnat, quien les animaba en el apostolado. El P.Pompallier narra con entusiasmo los frutos de la misión, reiterando total obediencia y unión a la comunidad de l?Hermitage. (Cfr. H.Ivo Strobino, nota introductoria al texto, ?Cartas Passivas?)

Jesús y María, St.Etienne Lavarenne, a 2 de mayo de 1832

Muy Reverendo Padre:

[1] Cuánto me consuelan y regocijan las noticias que tiene a bien darme. No me han sorprendido: me las esperaba. Desgraciadamente, ¡sólo este querido Hermano Anselmo, del cual lamentamos la pérdida! Pero sin duda le ha sido reservada una rica recompensa en el cielo. ¡Hágase la voluntad de Dios! Sin embargo, me aflige mucho ver que la muerte nos arrebata sujetos formados.

[2] Su solicitud y afecto, mi reverendo Padre, le hacen preocuparse de nuestra salud; pues bien, puedo decirle que, hasta el presente, ha hecho frente a numerosos y felices trabajos. Ni el Sr. Foret ni yo pensamos aún morir. El buen Dios no nos encuentra aún maduros para el cielo. Sin embargo, a decir verdad, nos sentimos algo agobiados con diversos trabajos. Pero los consuelos, el apoyo de su buenas oraciones nos han mantenido hasta hoy, precisamente ahora que lo más arduo del trabajo ha terminado. Y entre más avancemos, más disminuirá su volumen. La conmoción para acercarse al Santo Tribunal ha sido general en nuestras tres parroquias durante la Cuaresma. Desde entonces hasta hoy, y aún durante la semana pasada, nos ha sido necesario estar atendiendo todos los días ese ministerio hasta once u once y media de la noche. Estamos sorprendidos de ello, al igual que los señores párrocos, y damos gracias a Dios de todo corazón. La obra ha sido de tal manera acelerada, en Quincié principalmente, que he suprimí la sesión del domingo último, en Vísperas, pues hemos tenido más de novecientas comuniones durante el tiempo pascual Y no hay sino un total de novecientos comulgantes en la Parroquia. Por otra parte, se había determinado que yo pasara el resto del tiempo pascual en St.Etienne, donde por cierto, las cosas van muy adelantadas. Aquí también hemos tenido más de novecientas comuniones sobre un total de mil cien posibles comulgantes. En Cercié, creo que hubo 250 comuniones sobre 350 posibles comulgantes. Los restantes se encuentran ocupados El Sr. Foret ha trabajado muy bien en esa parroquia, que como las demás, y casi más que ellas, estaba muy necesitada de ayuda, sin nombrar desde luego a los otros dos trabajadores del Reino que nuestros superiores, de acuerdo con Usted, han sido enviados.

La gente bien, sobre todo las mujeres, muy abundante por estos rumbos tan bellos y ricos, se hizo presente casi en su totalidad; y esto contra todos nuestros cálculos. En cuanto a los señores, esos pocos han venido, o porque se habían distanciado o porque se encontraban fuera del área. Desgraciadamente es algo de lo que siempre podemos quejarnos aquí. Pero a pesar de todo, no se han comportado mal con nosotros. Por el contrario, nos han manifestado siempre estima y afecto, al menos algunos. La satisfacción general de la gente de la región ha sido un freno para todos. Las parroquias circundantes, distantes hasta de 6 ó 7 leguas, se han conmocionado. Esto contribuyó a sobrecargarnos. Al final, me vi precisado a pedir a los fuereños volvieran a sus parroquias, pues nuestros feligreses ya no podí-an ser atendidos. Fue un gran dolor para mi el ver cómo se regresaban tristes todas esas personas a sus lugares de origen. Cómo me hubiese gustado el haber sido más numerosos para poder atenderlos. Nuestras redes se hubiesen llenado con toda esa pesca del Beaujolais. Efectivamente, hubiese sido una buena pesca, de peces gordos, nada pequeños. ¡Cuánto bien hay por hacer! Me gusta esa gente por su carácter y la buena madera que tienen para ser piadosos. Sin embargo, tengo siempre presente que las almas y las regiones que me encomiende la obediencia, han de ser siempre las mejores para mi.

Me halla todo desconcertado apenas desaparece esta ruta de victorias ciertas. Es más, ya no me atrevo ni a dar un paso. Por lo tanto, ahora, mi querido superior, que se me llama cerca de Usted, mediante obediencia, imagine el gusto que me da dirigirme a LHermitage. Sin embargo, examinando bien las cosas, y suponiendo su permiso, no podré encontrarme allá sino alrededor del 3er. domingo de pascua. Además, prometí a los feligreses, con el beneplácito de sus pastores, venir un día o dos por la Ascensión. El Sr. Cura de Quincié me ha dado dinero para ello, y el Sr. Cura de St.Etienne hubiese preferido que me quedase definitivamente. Parece estimar en gran manera nuestra Sociedad, sin embargo no puede tan fácilmente dejar compromisos para ingresar en ella. Además siempre esta soñando por traérsela por estos rumbos. Sin embargo, está dispuesto a hacer según le digamos nosotros. Debido a estas razones y otras que le diré de viva voz, deseo reintegrarme pronto en el Hermitage. El Sr. Foret se queda en Cercié hasta la Ascensión. Si es posible, a mi regreso por acá, ya me los llevaré a ambos con Usted. Le expreso el afecto de ellos hacia Ud.; créame que no me ganan en ello, así como en la obediencia plena y la dedicación sincera, con las cuales tengo el honor de ser, mi reverendo Padre, su humilde y sumiso servidor en Jesús y María,

POMPALLIER, Sacerdote marista.

[3] P.S. Todos nuestros queridos y respetables cohermanos, así como nuestros venerados hermanos encontraran en la presente carta la expresión de nuestra estima. Nos encomendamos a sus oraciones y al ofrecimiento del Sto. Sacrificio de la Misa. Tenga la certeza de que en esto hay reciprocidad de nuestra parte.

Edición: CEPAM

fonte: AFM 126.01; Editada en CSG, 1, pp. 166-168

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