Carta de Marcelino – 305

Marcellin Champagnat

1839-12-03

Mons. Devie ya había pedido (Nº 143), el 18 de octubre de 1837, la apertura de un noviciado en St-Didier. Pero había que preparar antes los locales para recibir a los novicios. Por otra parte, se pensaba aceptar internos, proyecto que atraía más a los Hermanos que el del noviciado. De todas maneras, se intentó lealmente llevarlo a cabo, pero el Padre Champagnat seguía convencido, por las razones aquí expuestas, de que no era el lugar más adecuado para esa clase de institución. «Hubo (pues) un principio de noviciado; pero pronto se vio que sería incompatible con la escuela, sobre todo con el internado, que ya estaba en proyecto y que interesaba más. Así pues, se abandonó la idea. Esto ofendió a Monseñor. Su Excelencia se distanció de nosotros y apoyó a los Hermanos de la Cruz y a los de la Sagrada Familia, que empezaban a formarse en su diócesis». (Annales de St-Didier, AFM, 214.74, p. 20.)

Monseñor:
He sentido mucho no haber podido, durante la época del retiro , tener el honor de presentarle mi respetuoso homenaje y comunicarle personalmente mis observaciones sobre el noviciado de St-Didier.
Conforme al deseo que Su Excelencia me había manifestado, por medio del Sr. Superior o en las diversas entrevistas que he tenido con usted, aumenté el número de hermanos de St-Didier para que el Hno. Director pudiera dedicarse más especialmente al cuidado de los novicios. Me escribió diciendo que había recibido algunos y me produjo gran satisfacción, pero me temo mucho que el asunto del noviciado no pueda continuar sobre bases sólidas con el ritmo de las clases y el internado. Nos hemos dado cuenta, por experiencia, de que no se pueden aunar en la misma casa obras tan diferentes. Al principio, habíamos intentado admitir en el Hermitage niños externos y algunos internos. Nos vimos obligados a renunciar, ya que provocaban la pérdida de un buen número de novicios y ocasionaban a todos un daño evidente. Incluso tuvimos que separar por completo a los postulantes de los Hermanos. Sólo así pudimos poner orden en nuestra casa y conservar a nuestros Hermanos.
Un excelente eclesiástico de la diócesis de Grenoble , que había fundado un colegio en La Côte-St-André exactamente en las mismas condiciones que el de St-Didier, quiso también añadir un noviciado. Cedimos a sus requerimientos, pero él fue el primero en reconocer, por experiencia, que el asunto no podía funcionar y nos escribió que se limitaría a preparar jóvenes para la Sociedad, a condición de proporcionar Hermanos a su diócesis en la misma medida en que los recibiéramos.
Monseñor, no se trata de que nos neguemos a fundar el noviciado que desea Su Excelencia, pero, después de haber reflexionado y examinado todo en profundidad, no creemos que pueda prosperar en las condiciones en que se encuentra ahora. De todas maneras lo haremos, si Su Excelencia insiste en sus deseos, pero sería lamentable verse obligado a contemplar cómo dicha obra se hunde o, como mal menor, languidece.
¿No sería mejor dejar provisionalmente el colegio de St-Didier en las mismas condiciones que el de La Côte-St-André, hasta que sea posible encontrar un local conveniente, destinado sólo a noviciado, más o menos como el que se nos ha dado en Vauban por el Sr. Obispo de Autun? Temería exponer por completo la vocación de nuestros postulantes, separándolos de l?Hermitage para enviarlos a St-Didier. Además, para esto se precisaría una compra o traslado de mobiliario, lo que resultaría muy costoso y que nuestros recursos no nos permiten actualmente, ya que los gastos de este año casi se han duplicado.
Le ruego, Monseñor, se digne examinar mis razones. Las someto por completo a lo que Su Excelencia disponga. La Sociedad de María le debe demasiado para que no estemos dispuestos a emprender y aventurarnos en todo y probarle con qué respeto, con qué agradecimiento y con qué afecto tengo el honor de ser, etc.,

Champagnat

Edición: Crónicas Maristas V - Cartas del P. Champagnat - 1985 - Edelvives

fonte: Según la minuta, AFM, RCLA 1, pp. 157-158, n.° 201, publicada en Circ. 1, p. 296, y en AA, pp. 296-297.

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