11 de marzo de 2022 CASA GENERAL

Mensaje del Superior general en la apertura de la Conferencia General

El 8 de marzo ha iniciado la X Conferencia General del Instituto Marista. El H. Ernesto Sánchez, Superior General, ha inaugurado los trabajos con su mensaje que subraya el lema elegido para el encuentro del Consejo con los superiores de las Unidades Administrativas: “Mirar más allá, líderes al servicio de la familia marista”. Ha pedido a los participantes que, como líderes de los Maristas de Champagnat, tengan una mirada que sea sensible, profética, global, integradora e de esperanza.

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MIRAR MÁS ALLÁ…

Líderes al servicio de la Familia Marista Global

Queridos hermanos Provinciales y Superiores de Distrito.

Es un gusto y una gracia el poder encontrarnos de manera presencial. Con muchos de ustedes lo hicimos hace dos y tres años, alrededor de estas fechas.

Gracias por su esfuerzo para organizar el viaje, obtener visas, acomodar su calendario y llevar a cabo los protocolos necesarios para poder venir a Italia.

Un buen número de ustedes ha iniciado recientemente su servicio de liderazgo, muchos ya han recorrido un camino más largo, y otros iniciarán en breve… Estamos aquí para intercambiar, aprender unos de otros…

Esta Conferencia es una ocasión para crear más sinergia entre la Administración general y las Unidades Administrativas.  Sentirnos todos en el mismo barco, viviendo un liderazgo servicial y profético.

Si damos una primera mirada a estos dos años que han pasado, con la Pandemia del Covid-19, creo que todos hemos experimentado altas y bajas, momentos fuertes de dolor (sobre todo ante la pérdida de nuestros hermanos -más de 40-, laicos y familiares) y también hemos experimentado tiempos de incertidumbre… Cada uno de nosotros ha hecho un recorrido en el cual hemos aprendido mucho, y nos hemos sostenido gracias a la esperanza buscando experimentar a Dios presente en medio de todo esto que vivimos.

Hemos intentado ser proactivos y responder tanto en nuestras comunidades como en nuestros campos de misión. Se han realizado gestos y acciones solidarias respondiendo a la emergencia humanitaria (incluido el fondo del Instituto para ello).  Ha habido respuestas creativas en el campo educativo.  Ustedes han realizado el acompañamiento de los hermanos, presencial y online, según se podía realizar.  Agradezco todos esos esfuerzos, de los hermanos y de los laicos, en estos tiempos difíciles.

Nos encontramos aquí, a poco más de medio camino entre los dos Capítulos generales -4 años y medio-, en la Conferencia general.  En el año 2019 nos reunimos los Provinciales y Superiores de Distrito de entonces, con el lema “Llamados a vivir un liderazgo profético y servidor”, en corresponsabilidad e interdependencia y, en 2020, pudimos encontrarnos con el lema “Un Liderazgo que cuida la vida.  Tenemos previstos dos encuentros más, antes del XXII Capítulo general.

Hemos pensado que, en esta ocasión, el lema “Mirar más allá, líderes al servicio de la familia marista global”, puede ser un motivo de ánimo y lanzamiento a partir del contexto actual que vivimos a lo largo de estos dos años y que todavía continúa…

El pasado 6 de junio, en mi mensaje “Con Marcelino, mirar más allá…” recordaba cómo nuestro Fundador, hombre práctico y de acción, en tiempos no fáciles, fue capaz de tener una mirada de largo alcance, una mirada que partía de un corazón que buscaba llenarse continuamente de la presencia de Dios, de su Espíritu, con ojos que observaban una realidad desafiante debido a una post-revolución, siendo capaz de responder de manera audaz y práctica.  Su energía, su pasión y su amor a María, atrajeron a ese buen número de primeros maristas que se unieron al proyecto.  Y, esa capacidad de “mirar más allá”, le llevó a dar pasos audaces e incluso sorprendentes como dejar su casa parroquial para ir a vivir entre los hermanos, favorecer la vocación de los hermanos en medio de un contexto muy clerical, lanzarse a construir sin contar previamente con todos los medios económicos, abrirse a nuevos métodos de enseñanza, etc.

Estamos en el año 2022, a doscientos años de distancia de ese momento que Marcelino y los primeros hermanos vivieron de crisis y de resurgir vocacional.  María, siempre muy presente en todo momento, daba a Marcelino la energía y empuje para no mirar atrás, sino siempre adelante, con una mirada confiada y esperanzadora…

Y fue en el contexto de esos años cuando Champagnat visualiza la construcción de un espacio grande, que pudiera acoger a buen número de hermanos.  ¿Qué latía en el corazón de Marcelino que lo llevaba a pensar en grande?  Pienso que fundamentalmente era la convicción profunda de que se trataba de un proyecto no personal, sino de Dios y de María. 

Hoy nos encontramos como líderes ante nuevos desafíos: un mundo que parecería que conecta cada vez más y, a la vez, que parece buscar una u otra manera de desconectar, de crear muros y distancias… basta ver cómo en días recientes se ha desatado esta nueva guerra en Ucrania; hay nuevas pobrezas, nuevas realidades de marginación… cuántos niños han venido al mundo y han experimentado ver adultos con cubrebocas solamente… cuántos otros han perdido a sus padres, a sus abuelos, sin ni siquiera haberse podido despedir de ellos;  cuántas realidades familiares, e incluso comunitarias, se han desgajado, han hecho surgir nuevas heridas y miedos que persisten; hay una tendencia fuerte a un mayor individualismo, en la búsqueda de la autoprotección y autodefensa…; cuántas personas se han quedado sin trabajo, debido a negocios o empresas que se han cerrado o han hecho reducciones de personal.

Agradezco que ustedes hayan acompañado, y continúan acompañando, muchas de estas situaciones, en momentos nada fáciles.

En cuanto al Instituto, se dan avances y crecimiento en algunas partes del mundo, en otras continuamos en disminución y se hace más presente la fragilidad.  En algunas Regiones se dan pasos importantes, en otras vamos quizá más lento. 

Varios autores hablan de que vivimos en un cambio de época. Quizá nos cuesta entenderlo porque estamos metidos de lleno en ese movimiento…

En este contexto, deseamos llenarnos del espíritu de Marcelino e intentar “mirar más allá” como líderes que buscan fortalecer la familia marista global, en línea con la invitación del XXII Capítulo general.

El pasado 2 de febrero, día de la vida consagrada, en una extraordinaria homilía del Papa Francisco, decía: ¿Qué ven nuestros ojos? Simeón, movido por el Espíritu, ve y reconoce a Cristo. Y reza diciendo: «mis ojos han visto tu salvación» (Lc 2, 30). Este es el gran milagro de la fe: que abre los ojos, trasforma la mirada y cambia la perspectiva. Como comprobamos por los muchos encuentros de Jesús en los evangelios, la fe nace de la mirada compasiva con la que Dios nos mira, rompiendo la dureza de nuestro corazón, curando sus heridas y dándonos una mirada nueva para vernos a nosotros mismos y al mundo. Una mirada nueva hacia nosotros mismos, hacia los demás, hacia todas las situaciones que vivimos, incluso las más dolorosas. No se trata de una mirada ingenua, no, sino sapiencial: la mirada ingenua huye de la realidad o finge no ver los problemas; se trata, por el contrario, de una mirada que sabe “ver dentro” y “ver más allá”; que no se detiene en las apariencias, sino que sabe entrar también en las fisuras de la fragilidad y de los fracasos para descubrir en ellas la presencia de Dios.

(Papa Francisco, Homilía 2 de febrero de 2022)

Basados en el legado que nos ha dado nuestro Fundador, animados por los continuos mensajes de esperanza que nos ofrece el Papa Francisco, les invito a que en esta Conferencia intentemos que nuestro “mirar más allá” sea:

  • Una mirada sensible. Una mirada que descubre las necesidades de los propios hermanos, de comunidad, de la Provincia.  Una mirada capaz de percibir las necesidades de sufrimiento, marginación y pobreza, porque no se queda encerrada en sí misma o en el propio ego… mirada sensible y compasiva, que busca comprender sin juzgar y acoger con misericordia y es capaz de ponerse en acción.
  • Una mirada profética. Invitados, como líderes, a “mirar más allá”, desde la mirada del Espíritu, que busca leer los signos de los tiempos y proponer respuestas audaces e incluso radicales. Vivir con profecía el don de la fraternidad.  Ser signos proféticos caminando juntos hermanos y laicos, valorando ambas vocaciones.  Ser voz profética sabemos que no siempre genera popularidad o aplausos, pero nos mueve el que buscamos ser voz de Dios para nuestros días.  Cuántas veces se han lanzado ideas o proyectos que al inicio parecían tener muy poca resonancia o apoyo, y que tras llevarse a cabo dieron frutos que favorecieron la comprensión, aunque no siempre de parte de todos.  Mirada que nos permita también ser autocríticos con lo que no hemos hecho bien y en aquello que no hemos sido suficientemente valientes para responder.
  • Una mirada global e integradora. Estamos aquí ciertamente para apoyarnos y darnos un espacio de reflexión y formación, para ejercer mejor nuestro servicio de liderazgo en cada una de las Unidades Administrativas en las que nos encontramos.  Pero principalmente estamos aquí para “mirar” en conjunto nuestra Familia Marista Global.  El Capítulo ha sido insistente en que “caminemos como familia global”, y creo que vamos dando pasos en esa línea.  A la vez, queremos darnos un buen espacio de reflexión y diálogo para ver juntos el presente y el futuro de esta nuestra querida familia marista global, el Instituto como una unidad.  Que seamos capaces de ir más allá de nuestras fronteras, buscando ofrecernos apoyo unos a otros, sabiendo que en ese movimiento siempre hay algo que se gana y algo que se debe sacrificar.  Sabemos que hay zonas débiles y frágiles en el Instituto, zonas marginadas y pobres… Una mirada que las siente como propias y no sólo de los que están allá o del Provincial, que nos invita a compartir más en todos los ámbitos. 
  • Una mirada de esperanza.  Deseamos en estos días releer las llamadas, principios y sugerencias que nos ofreció el XXII Capítulo general y buscar la manera de actualizarlas y también descubrir otras novedades que Dios nos pide en estos momentos.  Mi invitación es para que nuestra mirada de futuro tenga como base la esperanza.  Como líderes, estamos invitados a ser profetas de esperanza. Esperanza que nace de la fe, del compromiso y de la coherencia, basada en una honda espiritualidad.  Pienso que lo lograremos si contamos con ese motor interno que nos anima y empuja a avanzar, de ahí que en la metodología de estos días ofreceremos varios momentos de silencio, espacios de reflexión y de diálogo, de manera que intentemos escuchar la voz del Espíritu y discernir, haciéndolo personalmente y en grupo. 

Estamos en el contexto de un proceso sinodal… puede ayudarnos el sentirnos dentro de ese movimiento y vivir una asamblea participativa que busca, ante todo, escuchar al Espíritu, como lo indicó el Papa Francisco en el lanzamiento el pasado 9 de octubre.

Como Instituto de hermanos, tenemos experiencias de sinodalidad vividas en Capítulos y Asambleas, de ahí que podemos hacer un importante aporte en la Iglesia.  A la vez, es importante darnos cuenta de que también nos falta camino por hacer.  Y este es un momento en el que la Iglesia nos está invitando a realizarlo. Recordemos la experiencia del XXII Capítulo general, el diálogo contemplativo, el proceso de discernimiento que realizamos.  

Quizá, como idea final de este momento, podría ayudarnos el tener presente la manera de mirar de María… quien fue capaz de meditar y ponderar en su corazón y responder con un sí continuo y total, sin querer comprender todo y en todo momento…

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