9 de febrero de 2014 COSTA DE MARFIL

Misioneros y periodistas

Escribo desde Bouaké, en el centro de Costa de Marfil, en la casa de los Maristas. Ayer llegamos ya de noche a Abidjan y la ciudad nos recibió como siempre, con ese bofetón cariñoso de calor húmedo que te avisa que África es esto y si alguien quiere algo de ella tiene que sudar la gota gorda. Pues en ello estamos. 

Hoy tocó viaje por el interior hasta llegar a la misión marista. Ya sabéis que en gran parte de mis crónicas tienen mucho protagonismo las interminables horas de coche hasta llegar a los sitios de rodaje. Ya sea por caminos infernales o por carreteras más o menos decentes. La autovía de hoy que une Abidjan con Yamousukro ha sido todo un regalo inesperado.

Nos han traído hasta aquí José Antonio Ruiz y Javier Salazar, dos maristas enamorados de este continente lleno de vida, de magia, de problemas y de esperanzas. Uno lleva cuarenta años viviendo aquí. El otro, veinte años yendo y viniendo y con Costa de Marfil agarrada a su corazón para siempre. 

Bueno, pues para un periodista compartir un viaje en coche con estos personajes es todo un lujo, una suerte, un placer…y una inagotable fuente de información, de ideas, de opiniones, de visiones muy pegadas al terreno. Por eso venía pensando la fortuna que tenemos en este programa de poder contar con gente así…y el escaso jugo que le sacan muchos colegas. 

Ya sé que solo se habla de estos países cuando hay un conflicto y comienzan a saltar a la pantalla las esquirlas de metralla, los golpes de sangre y la gente llorando por las esquinas. Pero es que ni siquiera en esos casos hay colegas que acuden a estas fuentes de información, muchos de ellos son misioneros españoles, que llevan desde siempre dejándose la vida por estas tierras. Y que son gente que está antes, durante y después de los conflictos. Que no buscan el negocio de la caridad ni viven de las pomposas cooperaciones internacionales. Pero hay un prejuicio grande entre las gentes del oficio de la información sobre estos hombres y mujeres que lo dejaron todo por un ideal y aquí siguen, con sus luces y sombras, haciéndolo lo mejor que pueden. 

En PUEBLO DE DIOS hace mucho tiempo que sabemos que estos personajes, como José Antonio o Javier, tienen mucho que contar, mucho que enseñarnos. No porque sean santos de nada sino porque están impulsados por una inagotable fuerza, marcada por la honestidad y por una vocación. Vamos a estar con ellos los próximos días, recorriendo proyectos apoyados por la ong marista SED.

(Ricardo Olmedo, Pueblo de Dios – TVE)

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