28 de enero de 2011 CASA GENERAL

No hay amor más grande que dar la vida por los hermanos

El 24 de enero de 2011, hemos vivido una jornada especial y gozosa en nuestra Casa general: hemos celebrado el cumpleaños de nuestro Superior general, el hermano Emili Turú, que ha cumplido 56 años.El momento culminante de la celebración fue la misa de la tarde, a las 18 horas, celebrada en la sala Champagnat, ya que por la mañana habían llegado los nuevos Provinciales de Nigeria, Australia, Papúa Nueva Guinea, África del Sur, Madagascar y de América, para el encuentro que tendrá lugar del 27 de enero al 3 de febrero. Así todas estas provincias se unieron para reforzar el coro de todos los que ya estábamos celebrando con alegría a nuestro Superior.A la mañana de ese día, los empleados de la casa tuvieron un momento para expresar su alegría y sus mejores deseos al hermano Emili. Ellos se expresaron en torno al café, a algunos dulces, cantando en muchas lenguas sus deseos de felicidad. Tuvieron la delicadeza de ofrecer al Hermano Emili un arreglo floral: una bromelia roja que se erguía hacia el cielo. También ésta era la expresión de un gesto de familia lleno de delicadeza, un momento de vida fraterna y de gozo. Las fotos de este momento muestran los rostros que irradian luz y alegría.La Misa, por la tarde, tuvo un carácter a la vez solemne y sencillo, con la sencillez marista. El H. Antonio Ramalho animó la liturgia y el H. Ernesto tocó el órgano, con ese talento que tiene para hacer resonar la sala Champagnat con sus notas. El lugar de la Misa fue verdaderamente sugestivo: detrás del altar, la foto de la mesa de La Valla, obra de Marcelino, y una foto inmensa del Hermitage. En las paredes laterales, las fotos de las estatuas de Marcelino, en Marlhes, en San Pedro de Roma y la de la Buena Madre. Sobre estas mismas paredes resaltan, numerosas firmas de Champagnat.Éramos unas cuarenta personas, provenientes de 19 nacionalidades: el Consejo general, los hermanos de la Administración general y varios de los Provinciales que ya habían llegado: verdadero microcosmos del mundo marista. Cantamos y rezamos en español, inglés, francés, portugués, italiano, cingalés, catalán? El entusiasmo henchía las velas de nuestros cantos.Las lecturas de la Misa indicaban el camino a seguir pero también nos recordaban las cualidades del H. Emili, los dones del Espíritu: el amor, el gozo, la bondad, la paciencia? Y el Evangelio de Juan nos recordaba que ?no hay amor más grande que dar la vida por los hermanos?. Las oraciones de intercesión, antes del ofertorio, competían entre sí en belleza y contenido, formando ramilletes de sentimientos, de necesidades, de deseos y de oraciones, y todas expresaban al H. Emili, nuestro afecto fraterno y nuestra gratitud.« Dar la vida por los hermanos »: esto es lo que puso de relieve la presentación audiovisual que tuvimos después de la misa. La misma sintetizaba un año de vida del Superior general, mostrando al H. Emili presente en los cuatro puntos cardinales, apoyando Capítulos provinciales, participando en los grandes momentos de la vida marista o de la Iglesia. Sin duda una de las fotos más bellas es la que nos lo muestra dando la mano y caminando junto a una niña de Haití, país trágicamente herido por el terremoto. Había tanta serenidad sobre el rostro de la niña y sobre el del Superior: imagen sugestiva del educador marista y del hermano.Después de la presentación del video, vinieron los discursos. El H. Joe Mc Kee, Vicario general, subrayó las cualidades del H. Emili: hombre práctico, sintético, capaz de transmitir serenidad, líder apreciado, y sobretodo hombre de gran sencillez. El H. Ernesto, Consejero general, que traducía en italiano, se reveló como un traductor de gran talento, y hasta sucedió que dijese anticipadamente lo que el orador todavía no había expresado: milagro de la simpatía fraterna.Después de la misa, la presentación, y los discursos, entramos en el reino del H. Javier Ocaranza que había previsto todo tipo de dulces y bebidas, después de lo cual tuvimos una cena generosa y gozosa.Sí, este día del cumpleaños, en el que nuestro Superior general, pasa el umbral de sus 56 años, fue un momento lleno de gozo, de fraternidad, de estima, de verdadero afecto fraterno, de gratitud. Podemos decir a Dios con toda verdad, a la Buena Madre y a Marcelino ?gracias por el don del H. Emili a nuestra familia?. Y decimos con la misma sinceridad y con el mismo impulso: ?¡Gracias, H. Emili por vivir tan bien lo que nos dice el Señor: ?No hay amor más grande que dar la vida por sus hermanos!?

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