10 de diciembre de 2004 FRANCIA

Peregrinación a la montaña?

Desafiando al viento glacial y al sombrío otoño, unos cincuenta Hermanos Maristas ?reunidos desde la víspera en el Hermitage- subieron hasta La Valla-en-Gier, en la mañana del sábado, 13 de noviembre de 2004.
Se trataba de una sencilla peregrinación a las fuentes:
· en primer lugar, a la casa que sirvió de fundación en 1817, cuando el P. Champagnat reunió a sus dos primeros discípulos,
· luego, a la capilla de Leytra, a donde iba el Fundador para implorar a María, Nuestra Señora de la Piedad, su Recurso Ordinario, cuando el noviciado estaba vacío?
La visita a los lugares, el redescubrimiento del historial del Sr. Crépin, y, sobre todo, la ferviente plegaria en la primera sala de Comunidad, reanimaron la memoria, el corazón y la confianza de todos. De la manera más natural del mundo surgió un canto de acción de gracias para celebrar las maravillas realizadas desde hace dos siglos por el Espíritu Santo y la Santísima Virgen en la Iglesia y en el Instituto de los Hermanitos de María.
Acto seguido, la meditación ganó en intensidad en el comedor de la escuela del pueblo (antiguo juniorado N. D. des Victoires). Después de un breve pero animado recuerdo de la crisis de 1823, a cargo del H. Alain Delorme, cada uno escribió en un plato de cartón blanco sus intenciones o los nombres de los jóvenes a los que va a acompañar en este año vocacional.
Se recordaron nombres -y rostros- de Hermanos mayores que estuvieron con nosotros desde nuestras familias, nuestro pueblo, parroquia o escuela hasta las casas de formación: ocasión de expresar una nueva alabanza al Señor y un agradecimiento muy especial a la Buena Madre.
Finalmente, una caminata silenciosa en la fría mañana nos llevó a Notre-Dame de Leytra, cuyas paredes restauradas nos ayudaron a rezar y a compartir intenciones en condiciones aceptables. Después de la lectura del evangelio, cantos, acciones de gracias e intenciones se sucedieron ante el altar, rematado por la imagen de la Piedad local. Los Hermanos formaron una procesión, llevando los platos con peticiones variadas, y los depositaron sobre el altar a modo de ofrenda simbólica.
Algunos completaron esta actitud de fe, piedad y esperanza, yendo hasta Maisonnettes, la aldea natal del Hermano Francisco.

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