4 de diciembre de 2009 CASA GENERAL

Peregrinación? privilegio – Francia, 7-15 de noviembre

Peregrinación? privilegio. Ésta fue una semana de bendiciones, a pesar de los largos días, muchos viajes, algunas mañanas en que madrugamos mucho, y los peligros de embarcar en algunos aviones estos días, cuando se tiene tanto miedo a los terroristas. Fuimos bendecidos en nuestra estancia en La Barollière, un hotel bastante cercano a St Chamond, con unas vistas fabulosas de la ciudad y una hospitalidad que no podía ser mejor. ¡Y cómo comimos! Grandes cenas y almuerzos, con tantas sobras como para llenar doce canastas.

Fuimos bendecidos al tener al H. Neville Solomon, de la comunidad de l?Hermitage, y al H. Louis Destombes, de la comunidad de La Valla, que nos acompañaron varios días para explicarnos, con mucha claridad y sabiduría, los lugares que visitamos, y ponerlos fielmente en su contexto histórico.

Estábamos bien preparados para las sorpresas de cada día. Preparados por Barry y Antoine, cada día había algo inesperado en cada esquina; y todavía no sabemos cómo se las arreglaron para que hubiese nieve durante nuestra visita a la ?casa Donnet? y el lugar de la casa de Montagne. Y como si esto no fuera suficiente, ¡aun faltaban cosas por llegarl!

Nuestra visita del domingo a Taizé para la Eucaristía, orientó el tono de la semana: simplicidad, silencio, interiorización de lo que somos y cómo estamos llamados, reforzado por la visita a Ars, por la tarde, donde estas virtudes están personificadas en el santo cura, antiguo compañero de los primeros maristas.

El lunes fue un día mágico, y muy especial por la gran nevada, temprana para la temporada, y un regalo para nosotros. Mientras íbamos de St Etienne hacia St Genest-Malifaux, veíamos que había mucha nieve más arriba. Marlhes y Le Rosey estaban bajo la niebla, que creaba un manto de silencio y calma en la casa familiar de Champagnat y en su lugar de culto, en aquellos tiempos de los primeros días de la revolución. El canto ?Great Man of God? (Gran hombre de Dios) al final de la Misa, tuvo un significado muy especial para algunos de nosotros.

Nuestro paso por St Saveur-en-Rue y Bourg Argental, nos llevó, a través de la nieve, a la ?casa Donet?, donde hemos recordado la plegaria que salvó la vida de Champagnat, el Acordaos. Cuando llegamos a Le Bessat y les Palais, estábamos verdaderamente atrapados por la nieve: una experiencia magnífica.

El martes visitamos la Valla y Maissonettes. La iglesia parroquial de la Valla no tiene conexión directa con Champagnat, pero nuestra Señora de la Piedad, en Leytra, al extremo del pueblo, mantiene todavía su misterio. Nuestro paseo a Leytra nos proporcionó otro espectáculo de los HH. Barry-Antoine: lejos, en el horizonte, estaba St Chamond mágicamente soleado, como una escena teatral dentro del arco de un escenario. Y, a media distancia, nuestro Hermitage. Fue fácil estar con nuestro fundador en ese lugar. Misa en su mesa maltratada, muy estimada por los buscadores de reliquias, y que debe ser un punto importante para el peregrino. Y también lo fue para nosotros. Fuimos bien servidos por nuestro capellán Bernard, de los Servitas de María, que es muy conocedor de nuestro espíritu.

El miércoles visitamos Fourvière. La pequeña capilla, cuya importancia no es necesario mencionar, proporcionó otro escenario especial para nuestra Eucaristía. Hicimos nuestro propio compromiso, basado en el de los primeros Maristas del 23 de julio de 1816. Más tarde visitamos St Genis-Laval, a la hora del almuerzo.

Nuestra visita del jueves a Le Puy fue un día largo, pero especial. Le Puy es un lugar emotivo y notable, con grandes recuerdos para los peregrinos cristianos, y para todos los Maristas y las Hermanas Josefitas. La particular y sencilla basílica románica con sus elementos árabes, domina la ciudad. Tiene una famosa Virgen Negra que ha sido muy venerada por los peregrinos durante muchos siglos. Para nosotros estaba vestida de blanco, pero ella tiene un armario de prendas de muchos colores para adaptarse a cada ocasión. Nuestra Misa tuvo lugar en una pequeña capilla lateral, y fue celebrada por un sacerdote local, en francés, y con mucho entusiasmo, con nuestro ingenioso Bernard, siempre preparado. Y nosotros, los Maristas, fuimos bien recibidos por el sacerdote y el pequeño número de fieles.

Visitamos la estatua de María, construida a partir de un cañón capturado después de la batalla de Sebastopol, y Saint Michel dAiguilhe, ambos situados sobre una aguja volcánica, como tapones. San Miguel es una catedral en miniatura. La fachada es enormemente encantadora, y el interior está cubierto con frescos. La capilla es pequeña, pero perfecta en su disposición: nártex, ambulatorio, ábside, nave abovedada y un pequeño presbiterio. Es una joya de arquitectura dedicada a San Miguel Arcángel. Los panoramas de los alrededores son un placer para la vista.

El viernes viajamos a Belley, la casa de la Fundación de las Hermanas Maristas. Ha sido importante para nosotros conectar con las otras ramas de la familia marista. Y las dos hermanas maristas, Marie Challacombe y Teri OBrien, fueron el alma de la hospitalidad, y tan diferentes como la tiza y el queso. Compitieron entre sí para contarnos la historia de su Fundación y mostrarnos su casa y la capilla donde está enterrada la madre San José (Jeanne-Marie Chavoin), donde tuvimos la Misa.

Después del almuerzo, visitamos el Colegio Lamartine, donde el padre Jean-Claude Colin fue director y que ha dado dos Santos: Pedro Chanel y Pedro Julián Eymard. Luego fuimos a la Capucinière, recordada por sus asociaciones con los primeros maristas, y donde éstos emitieron sus votos en 1836.

En nuestro viaje de regreso a La Barollière, tuvimos un accidente: un ventanal lateral roto y un parabrisas destrozado, en parte, por el lado del conductor. El chófer, Claude, fue un modelo de prudencia y llevó todo el asunto como un santo. Nos trajo a casa sin mayores inconvenientes. Ese día fue para nosotros un pequeño milagro del Acordaos.

El sábado hicimos una visita a la casa de los Padres Maristas en La Neylière. Celebramos la Eucaristía en la capilla donde Jean-Claude Colin está enterrado, y visitamos el Museo de Oceanía.

Por la tarde visitamos el Hermitage. Tuvimos una oración emotiva en la capilla, alrededor de Champagnat, donde renovamos nuestros votos. Estuvimos todos un poco decepcionados por no podernos quedar tanto tiempo como hubiéramos querido en el Hermitage. Después de todo, es nuestro hogar espiritual. Cuando dejamos la capilla, estaba lloviendo, así que no hicimos la visita al cementerio. Pero pudimos visitar el edificio, dado que los obreros se habían ido para el fin de semana. ¡Qué gran alegría!

Comenzamos con el atrio que cubre el antiguo patio; hemos podido ver todos los recovecos, lo que nunca habíamos visto antes; pudimos ver la sala de los frescos y fuimos al antiguo comedor. Vimos el nuevo edificio, al otro lado del Gier, que será de vanguardia. Regresamos a la construcción original y entramos en la sala del fundador: una pared ha sido devuelta a la construcción primera, y es visible una sección original del techo, por el momento. Nos complace que la habitación sea restaurada según su estado original, en cuanto sea posible. La visita fue posible gracias al hermano George Palandre, que es miembro, con el hermano de Neville, de la nueva comunidad de l?Hermitage, que comenzará su labor en el año 2010.

Entre la nieve inesperada en el Monte Pilat y la gira inesperada de la casa de l?Hermitage, lo pasamos muy bien. ¡Muchas gracias!

El domingo nos levantamos muy temprano (a las 3 de la mañana). Llegamos a Roma para la hora de desayunar, con una bonificación, Roma desde el aire: El Vaticano, el monumento a Victor Emanuel, el Coliseo, Termini, Santa María la Mayor, San Juan de Letrán y nuestra casa a lo lejos.

Una semana de bendiciones, privilegios y gozos, gracias a tantas personas: Barry, Antoine, Neville, George y Louis, sin olvidar al amable e ingenioso Bernard y a nuestro indomable conductor Claude.

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H. Anthony Butler

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