19 de noviembre de 2010 CASA GENERAL

Reflexiones sobre nuestro mundo a través de los ojos de los niños

A partir del tema del último Capítulo general, nos pusimos en contacto con personas de distintos países para pedir que algunos niños nos enviaran sus reflexiones. Les hemos pedido nos contasen algunas de sus preocupaciones sobre el mundo que nos rodea y cuáles sus esperanzas de cara al futuro. Agradecemos a los muchos niños que respondieron a nuestra petición. Recibimos muchas más reflexiones que las que se reflejan en este folleto. ¡Muchas gracias a cuantos han colaborado!Queremos mencionar de modo particular a todos aquellos que nos han ayudado a recoger estas reflexiones:Australia: H. Mark Murphy, Gail Coates, H. Paul Kane, Dr. Paul Hine, Christine McCabe, H. Paul Gilchrist y John HealyCamboya: H. Brian KinsellaRegión del Pacífico: H. David McDonald y H. Nevil BingleyParaguay: Gloria DávalosMalawi: H. Nicholas BandaCataluña: Albert Salazar, Karmentxu Balugo, Marta Portas, H. Manuel MendozaBrasil: H. Vicente FalquetoColombia: H. Carlos Alberto Rojas Carvajal______________________Bajar
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El tiempo de Adviento Anticipo y EsperanzaDennis Bratcher

El Adviento es el comienzo del año litúrgico para la mayoría de las Iglesias de tradición occidental. Comienza el cuarto domingo antes de Navidad, que normalmente es el domingo más próximo al 30 de noviembre, y termina con la vigilia de Navidad (24 de diciembre). Si la vigilia de Navidad cae en domingo, este domingo se cuenta como el cuarto domingo de Adviento, y la vigilia de Navidad propiamente dicha comienza al atardecer. Los colores del AdvientoHistóricamente el color principal del Adviento es el violeta. Es el color de la penitencia y el ayuno, como también el de la realeza para acoger el Adviento (la venida) del Rey. El violeta del Adviento es también el color del sufrimiento utilizado durante la Cuaresma y la Semana Santa. Esto indica que hay una importante relación entre el nacimiento de Jesús y la muerte. El nacimiento, la Encarnación, no puede ser separado de la crucifixión. La finalidad de la venida de Jesús al mundo, del ?Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros?, es revelar a Dios y su gracia al mundo, a través de la vida y enseñanzas de Jesús, pero también a través de su sufrimiento, su muerte y su resurrección. Para expresar este aspecto importante, originalmente el Adviento era un tiempo de penitencia y ayuno, tanto como el tiempo de la Cuaresma y por eso comparte con este tiempo el color violeta.Dentro de las cuatro semanas de Adviento, el tercer domingo se convirtió en un momento de gozo por la proximidad del final del ayuno. El paso del violeta del tiempo de Adviento al rosado de los cirios del tercer domingo de adviento reflejaba este cambio de atención desde la penitencia hacia la celebración del tiempo litúrgico.En épocas recientes, sin embargo, el Adviento ha sufrido un cambio de acento, que se refleja en un cambio de los colores usados en muchas iglesias. Salvo en las iglesias orientales, el aspecto penitencial del tiempo litúrgico ha sido casi totalmente reemplazado por un énfasis en la esperanza y la anticipación. Esto no elimina el sentido de la penitencia propio del tiempo. Dado que hay un acento en el Adviento o Venida de Jesús, especialmente como anticipación de su segundo Adviento, debemos prepararnos para esa venida. La mayoría de las iglesias incorporan oraciones y celebraciones penitenciales que expresan el sentido de nuestra indignidad mientras esperamos su venida. Es muy apropiada, aún en los servicios litúrgicos más tradicionales, la incorporación de celebraciones penitenciales como parte de la anticipación y preparación del tiempo litúrgico.El rojo y el verde son los colores más ?profanos? de la Navidad. Aunque éstos provienen de antiguas costumbres europeas de usar plantas perennes y acebo para simbolizar la vida y la esperanza permanente que el nacimiento de Cristo aporta a un mundo frío, estos colores no se usan nunca como colores litúrgicos ya que tienen otros usos en otros momentos del año litúrgico.Las plantas perennes y la corona del AdvientoEl comienzo del Adviento es un tiempo para decorar la iglesia con coronas de plantas perennes, ramas o árboles que ayuden a simbolizar la vida nueva y duradera que Jesucristo trajo al mundo. Algunas iglesias tienen un oficio especial un día de la semana, o el primer Domingo de Adviento por la tarde, o también la mañana del primer domingo de Adviento, en el que la iglesia se decora y se instala la corona de Adviento. Esta celebración es, a menudo, especialmente musical, con coros, campanas y lecturas de la Escritura, junto a una explicación de los diversos símbolos que se encuentran en la iglesia.La corona del Adviento es un símbolo del comienzo del año litúrgico conocido en muchas iglesias y en muchos hogares. Es una corona circular de plantas perennes (reales o artificiales) con cinco velas, cuatro alrededor de la corona y una en el centro. Dado que la corona es simbólica y es un instrumento para explicar la historia de Navidad, hay muchos modos de comprender este simbolismo. El significado exacto que se da a los varios aspectos de la corona no es tan importante como la historia que nos invita a escuchar y a participar.Las pequeñas cosas y la potencialidad que hay en ellas: una reflexión de AdvientoVivimos en un mundo en el que lo ?más grande? y ?lo mejor? definen la mayoría de nuestras expectativas ante la vida. Estamos tan enamorados del maxi tamaño, de las súper estrellas y de la alta definición que tendemos a ver la vida a través de estas lentes que magnifican lo que esperamos del mundo y no nos permiten ver la potencialidad que hay en las pequeñas cosas. Pero como nos lo recuerda el profeta Zacarías (Za 4,10), no debemos despreciar ?el día de los modestos comienzos?, porque Dios hace algunas de sus mejores obras con comienzos modestos y en situaciones imposibles.Releer el Antiguo Testamento y ver cuán débiles e imperfectos fueron realmente sus ?héroes? es una experiencia que lleva verdaderamente a la humildad. Abraham, el cobarde que no puede creer en la promesa. Jacob, el tramposo que lucha con todos. José, el inmaduro y arrogante adolescente. Moisés, el impaciente asesino que no puede esperar a Dios. Gedeón, el cobarde adorador de Baal. Sansón, el borracho mujeriego. David, el adúltero que abusa del poder. Salomón, el sabio insensato. Ezequías, el rey reformador que no pudo ir demasiado lejos. Y finalmente, una joven muchacha judía de un pequeño pueblo en un rincón remoto de un gran imperio.No deja nunca de asombrarme el hecho de que Dios comience a menudo sus obras con pequeñas cosas y con personas inadecuadas. Ciertamente parece que Dios podría haber elegido cosas ?más grandes? y personas ?mejores? para realizar su obra en el mundo. Y sin embargo si Dios puede servirse de ellas y revelarse a sí mismo a través de ellas de modos tan maravillosos, significa que él podría servirse de mí, así como soy, inadecuado, insensato, y a menudo con poca fe. Y esto significa que tengo que prestar atención para no poner límites (con mi autosuficiencia) a lo que Dios puede hacer con las más pequeñas cosas, las personas que parecen más incapaces y en las circunstancias más desesperantes. Pienso que esto es parte de la maravilla del tiempo del Adviento.Estoy convencido de que una de las principales finalidades de la encarnación de Jesús fue la de traer la esperanza. Mientras en la actualidad la mayoría de las personas prefieren hablar de la muerte de Jesús y la expiación de los pecados, la Iglesia primitiva celebraba la Resurrección y la esperanza que ésta encarnaba. A lo largo de todo el Antiguo Testamento resuena la proclamación de una verdad: que los finales no son siempre finales sino que son oportunidades para que Dios ofrezca nuevos comienzos. La resurrección proclama esa verdad aún sobre aquello que da más miedo a la humanidad, la muerte misma.Los dos tiempos litúrgicos del Adviento y de la Cuaresma hablan de la esperanza. No se trata sólo de una esperanza de un día mejor o de la esperanza de que haya menos dolor y sufrimiento, aunque esto sea ciertamente una parte importante de ella. Se trata más bien de la esperanza de que la existencia humana tenga un significado y se abra a posibilidades que vayan más allá de nuestras experiencias actuales, la esperanza de que los límites de nuestras vidas no sean tan estrechos como parecen serlo. No se trata de que tengamos esta posibilidad en nosotros mismos, sino que Dios es el Dios de las cosas nuevas y así todas las cosas son posibles (Is 42, 9; Mt 19, 26; Mc 14,36).El pueblo de Dios de los primeros siglos quería que él viniese y cambiara las circunstancias opresivas en las que se encontraba, y se enfadaba cuando aquellas circunstancias inmediatas no cambiaban. Pero ésta es una visión muy corta de la naturaleza de la esperanza. No podemos poner nuestra esperanza en las circunstancias, por malas que nos parezcan o por importantes que sean para nosotros. La realidad de la existencia humana, contra la que lucha el libro de Job, es que el pueblo de Dios experimenta la existencia física del mismo modo que los otros. Los cristianos enferman y mueren, los cristianos son víctimas de delitos violentos. Los cristianos son heridos y asesinados en accidentes de tráfico, bombardeos, en las guerras y, en ciertas partes del mundo, mueren a causa del hambre.Si ponemos nuestra esperanza sólo en nuestras circunstancias, si las consideramos buenas o como queremos que sean para que ser felices, nos sentiremos siempre decepcionados. Por eso no ponemos nuestra esperanza en las circunstancias sino en Dios. A lo largo de 4000 años Él se ha ido revelando continuamente a sí mismo como un Dios de la novedad, de la posibilidad, de la redención, de la recuperación o transformación de dicha posibilidad desde lo que parece un final hacia lo que va más allá de cuanto podemos pensar o imaginar (Ef. 3,2). El mejor ejemplo de esto es la crucifixión misma, después de la cual viene la resurrección. Esa sombra de la cruz se posa aún sobre el pesebre.Sí, todo comienza con la esperanza de que Dios vendrá y la certeza de que viene nuevamente a nuestro mundo para revelarse a sí mismo como Dios de novedad, de posibilidad, un Dios de cosas nuevas. En este tiempo del año contemplamos esa esperanza que toma cuerpo, que se hace carne, en un niño recién nacido, el ejemplo perfecto de la novedad, de lo que es potencial, de lo que es posible. Durante el Adviento, gemimos y anhelamos esa novedad con la esperanza, la expectación, la auténtica fe de que Dios será fiel una vez más. Fiel para mirar hacia nuestras circunstancias, para escuchar nuestros gritos, para conocer nuestro anhelo de un mundo mejor y de vida plena (Ex 3,7). ¡Y esperamos que como vino la primera vez como un niño, así venga nuevamente como Rey!Mi experiencia me dice que aquellos que han sufrido y aún así siguen esperando, tienen una mayor comprensión de Dios y de la vida que los que no han tenido esta experiencia. Quizás la esperanza significa esto: un camino para vivir, no sólo para sobrevivir, sino para vivir en medio de todos los problemas de la vida con una fe que sigue viendo posibilidades aún cuando ya no hay ninguna prueba para seguir esperando, sólo porque Dios es Dios. En esto consiste también la maravilla del Adviento.___________Dennis Bratcher

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