17 de octubre de 2019 VATICANO

Señales de resistencia, esperanza y profecía

"Bienaventurados los que sueñan, alimentarán la esperanza de muchos y correrán el dulce riesgo de ver un día sus sueños realizados" (Don Helder Câmara).

Después de más de una semana de asamblea sinodal es posible afirmar que se notan muchas señales de resistencia, esperanza y profecía, y la presencia de muchos sueños, y la posibilidad de ver transformada la vida de los innumerables pueblos panamazónicos, con más vitalidad, justicia y dignidad, con sus derechos preservados y garantizados.

LA RESISTENCIA está presente en el discurso de muchos hombres y mujeres comprometidos con el territorio, con la causa de los débiles, con los pueblos que sobreviven a partir de sus luchas, dolores y clamores. Resistencia con el compromiso de que nuevos caminos sean abiertos y recorridos por la Iglesia en la Panamazonía. Resistencia de los miles de voces de los pueblos que participaron en las audiencias sinodales en todo el territorio Panamazónico.

LA ESPERANZA que emana de la presencia acogedora, sencilla, humilde y alegre del Papa Francisco. Un hombre comprometido con la vida de los pueblos originarios, con todos aquellos que sufren. Un tiempo de esperanza, como nos inspira Paulo Freire, también por la presencia y los discursos de los líderes indígenas, de las mujeres, de los investigadores y miembros de otras instituciones.

LA PROFECIA que denuncia y combate tantas señales de muerte. Profecía por los rostros de las mujeres en los espacios sinodales del Vaticano. Una profecía que no vacila y se presenta en las voces que resuenan en los espacios del Sínodo. Una profecía que hace que el coraje, tan solicitado por el Papa, se encarne en los diferentes agentes que han hecho posible el Sínodo. Una profecía que da matiz a las miradas llenas de atención y compromiso.

El Sínodo ha sido desde su convocatoria – durante su preparación y ahora su realización – un tiempo profundo para la sinodalidad, las prácticas de diálogo, la escucha, el caminar juntos, conocer lo diferente, "avanzar hacia aguas más profundas" (Lc 5,4), denunciar y cuidar la vida que emana del pueblo amazónico. Y el deseo vehemente de una acción pastoral más fortalecida, que esté cada vez más, en comunión con las realidades de los pueblos amazónicos.

Que los sueños de nuevos caminos en pro de un verdadero cuidado de la Casa Común, mediante una ecología integral, sigan siendo recorridos y concretizados, con la certeza de que "todo está interconectado" (LS 91), en la constante utopía inspirada en Jesucristo, con esperanza, resistencia y profecía. Que María de Nazaret y la Santa Dulce de los Pobres sigan acompañándonos en este importante tiempo kairológico para la Iglesia y toda la humanidad.

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