27 de enero de 2014 CASA GENERAL

Tenemos un rol profético en la Iglesi

En el mes de diciembre pasado el H. Joseph Mc Kee, Vicario General, ha visitado la Provincia de Santa María de los Andes. Animó dos retiros, uno en Bolivia y otro en Perú. Estuvo también en Chile, donde tuvo un encuentro con directivos de las obras maristas, y participó de la Asamblea de Hermanos y del Consejo Provincial.

El sitio marista de Chile (http://www.maristas.cl) ha aprovechado la ocasión y ha realizado una entrevista al H. Joe. Transcribimos a continuación parte de esa entrevista.

 

¿Cómo ve el Instituto hoy en el mundo, en países tan distintos que le toca visitar?

Yo creo que estamos en un momento muy interesante en el mundo marista desde hace algunos años y desde el Capítulo. Veo que estamos intentando realmente transformar, estamos llamados desde el Capítulo a esta conversión personal e institucional y vamos descubriendo poco a poco qué es esta nueva tierra. Es un momento interesante en la historia porque, mirando los datos, parece evidente que estamos bajando el número de hermanos en el mundo. Cada año bajamos un poco más. Y la edad media de los hermanos va aumentando cada vez más también. Pero la verdad es que estamos más involucrados en nuestra misión marista que nunca, y con una gran cantidad de gente, de personas laicas comprometidas en la misión marista, lo cual no fue siempre así. En los años pasados quizás en un colegio había 10, 12, 15 hermanos y pocos laicos y desde hace bastante años en algunos países hay gente que está descubriendo el carisma, la espiritualidad, la misión marista. 

A mí me da una gran alegría y creo que nuestra misión está tomando otro estilo. Vamos caminando juntos en todo eso, cada vez más, buscando también cómo hacerlo.

En algunos países ciertamente no se camina al mismo ritmo. En África, por ejemplo, está empezando ahora la discusión sobre la comunión de hermanos-laicos… En otros lugares, en cambio, se avanza rápidamente. 

Vivimos un momento significativo, pero está claro que tenemos una invitación a discernir muy claramente la dirección de todo eso y las formas que va a tomar hacia el futuro.

 

Han pasado cuatro años desde el Capítulo y estamos a cuatro años del Bicentenario de la Congregación, ¿cómo ha sido este camino y qué expectativas tiene para lo que queda?

Ahora en el Consejo General se van a evaluar estos cuatro años, el itinerario que hemos hecho. Yo creo que en el Instituto en general se está haciendo un buen recorrido; a veces, como no son cambios muy fuertes, se piensa que no está pasando nada, pero cuando yo viajo por el mundo marista veo que ciertamente hay pasos dados, hay direcciones, hay caminos, itinerarios espirituales que se están haciendo en muchas provincias. Yo veo que sí estamos avanzando. Ahora, queda mucho por hacer. Siempre quedará mucho por hacer. Dicen que lo importante no es llegar al destino, sino el camino que se hace. Y estamos en camino, entrando en el proceso de preparación para el Bicentenario. 

En septiembre tendremos la II Asamblea Internacional de la Misión Marista en Nairobi que es muy significativa para nosotros, tanto para la misión, como para la relación hermanos-laicos. También vamos a empezar una revisión de las Constituciones de los Hermanos, para ayudarnos a entrar más profundamente en nuestra vida espiritual, nuestra misión, nuestra vida de comunidad. Todos estos procesos van coordinados. 

También en estos próximos años vamos a preguntarnos qué modelos en animación, gestión y gobierno necesitamos para este mundo en el que estamos, porque no nos podemos quedar con las estructuras de antes. Debemos buscar nuevos modelos que nos ayuden hoy, para avanzar hoy. Están pasando cosas, hay mucho movimiento y movimiento en muchos sentidos.
 

Yo creo que hemos también potenciado la vida comunitaria. Hemos tenido experiencias y formación para hermanos. Ahora vamos a tener un programa para formadores de hermanos, tanto en lengua española como inglesa. Hay muchas cosas que estamos potenciando en este sentido. Creo que cada vez más, y eso me agrada mucho, se hace todo con un sentido más internacional, más intercultural, rompiendo los muros, las fronteras internas y externas, juntándonos más.

Es interesante que la última conferencia general fue una experiencia muy bonita de diálogo, de fraternidad, de espiritualidad, con ritmos quizás más humanos para contrastar el activismo. Estamos viendo que nos comunicamos más fácilmente que antes, que hay más sintonía, mucho más diálogo, más buscar juntos caminos y direcciones para el futuro. Esta conferencia fue una experiencia vital y pienso que muchos que vinieron con sus preguntas e interrogantes, se fueron animados, con un sentido de que sí hay vida, hay procesos e itinerarios muy valiosos, muy importantes. Quizás este sentido de la internacionalidad es el que tenemos que hacer avanzar en estos años que nos llevan al Bicentenario.

 

¿Cómo observa a la Congregación dentro de la Iglesia?

El H. Emili Turú en su circular “Nos dio el nombre de María” habla mucho del sentido eclesial, y es verdad que formamos parte de la Iglesia, pero la vida religiosa siempre tiene una parte profética. Tenemos un rol profético en la Iglesia, porque no formamos parte de la jerarquía de la Iglesia, somos religiosos hermanos, y creo que éste es el rol que tenemos que tomar en la Iglesia. Y el rostro mariano de la Iglesia, que el mismo Papa Juan Pablo II nos llamó a desarrollar, a hacer presencia en el mundo, lo estamos tomando muy en serio. Tenemos que descubrir qué quiere decir ser rostro mariano de la Iglesia, con ternura y compasión. El mismo Papa Francisco nos está dando direcciones de cómo hacer eso. Cada día está hablando de una Iglesia que acoge, que es compasiva, que es de los pobres. Él nos está también ayudando mucho en este sentido. 

Hoy nos sentimos más Iglesia que antes, porque los Hermanos siempre han estado un poco al margen. Una experiencia vivida en Perú: un día fuimos con algunos hermanos a la Catedral, y hay un museo al que entramos siendo religiosos, pero cuando queríamos entrar en la Catedral dijeron que sólo podían entrar gratis los sacerdotes y religiosas, pero no sabían qué hacer con nuestra situación. 

Yo me siento cómodo en este rol, en los márgenes, me siento bien. No estamos aquí para ser reconocidos, para tomar un rol como si fuéramos superiores o mejores por haber optado por la vida religiosa. Somos cristianos, hermanos. Y como hermanos vivimos una relación de igualdad; somos hermanos con todos. Ése es nuestro rol en la Iglesia. Es un rol profético, muy evangélico.

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