25 de febrero de 2024 BRASIL

Termina en Florianópolis el programa Espiritualidad del Corazón

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Del 31 de enero al 22 de febrero, 49 participantes de 13 Provincias maristas, de habla hispana y portuguesa, se encontraron en la casa marista de Florianópolis (Brasil Centro-Sul) para compartir la vida y espiritualidad, en un programa coordinado por el Equipo de Formación Permanente del Instituto.

“Bajar al corazón y salir al encuentro”

Una experiencia, no solo para tener referencias o conocer mejor nuestra espiritualidad, sino también para encarnarla y volverla vida. Comenzamos nuestro itinerario con el H. Óscar Martín Vicario, que nos situó en la espiritualidad del corazón como unificadora, encarnada e inclusiva. Nos invitó a mirar en lo profundo de nosotros, el fuego que nos apasiona, y que nos lleva a mirar el mundo de una manera pacificada, humilde y compasiva; reconociendo la presencia de Dios que en este habita.

Con Gustavo Balbinot oramos con el corazón. Un taller que nos sirvió para una conexión más profunda como grupo, a partir del encuentro con el Dios que nos habita.

La segunda semana, Josean Manzanos nos adentró en el mundo de la interioridad como camino para llegar a lo que está en el núcleo de nuestro corazón. De manera experiencial, y anclándonos en la atención plena, el silencio y la quietud, fuimos reconociendo lo que estaba en nuestra mente, como nos vivíamos en nuestro cuerpo, encontrándonos con nuestras emociones, y mirando el sentido, la consciencia existencial que tenemos, desde lo profundo de nuestro corazón.

Con el H. Ismar profundizamos sobre la referencia de María en nuestra espiritualidad, mujer judía, madre y discípula que nos invita, como Ella lo hizo, a – desde nuestra realidad concreta – estar abiertos a lo que Dios quiere de cada uno, que probablemente nos rete, nos cuestione ser y vocación. Como en Ella, una espiritualidad del corazón, que nos invita a abrazar lo que somos, y a vivirlo en profundidad, a dar respuesta desde nuestras debilidades y dificultades, y ser en plenitud lo que Dios nos llama a ser.

En Curitiba, de la mano de Ángelo Ricordi, conocimos el Memorial Marista, donde miramos a nuestros orígenes, y a la espiritualidad de Marcelino y la comunidad de los primeros hermanos. A ver como sus intuiciones y formas de ser, nos abren caminos para ser más profundos, a vivir en la presencia de Dios; y también a ser más humanos, más cercanos, a ser verdadera familia marista.

Hemos vivido la última semana del programa con la referencia del encuentro con los pobres y más desfavorecidos de la mano de Padre Wilson, y el reconocimiento de ser una Iglesia Sinodal que nos llama a vivir nuestra misión y espiritualidad marista en el mundo de hoy, a través de las palabras del H. Ernesto Sánchez. Finalizamos con un retiro y el compartir de lo que estos días ha supuesto para nosotros.

Podemos afirmar que nuestros corazones se han movido en estos días. Nos sentimos familia, nos encontramos en una comunión profunda unos con otros, y este programa a nivel personal para cada uno ha sido un anclarnos en lo que somos y vivimos, y querer seguir viviendo desde ahí, desde ese corazón, y desde el Dios que habita en él.

Algo que es muy bonito de estos días es como nos relacionamos, como compartimos, como hacemos silencio y oramos juntos, como nos hemos llegado a conocer con calma y profundidad, los ricos diálogos y encuentros que hemos experimentado, las miradas y gestos de cariño continuos, el sabernos hijos amados de Dios, el construirnos como familia marista con una espiritualidad del corazón que nos hace más humanos, y más hermanos.

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Eladio Díez – Província Compostela

Testigos

Mi experiencia ha sido una oportunidad para volver a conectar con mi profundo deseo de vivir a Dios, experimentar su presencia, manifestarlo y percibirlo en mi vida cotidiana y en la misión marista. He sentido que estar estos días en Florianópolis ha renovado mi deseo de poner los medios para seguir cultivando la espiritualidad del corazón, es decir, aquella que va al núcleo de mi persona, de los otros y de todo lo que existe. Siento que el camino que yo puedo hacer, y que cada uno puede hacer, es patrimonio para nuestro Instituto y para el mundo. Es como si cada uno, desde nuestros lugares, pudiéramos seguir haciendo avanzar la vida al hacerla avanzar en nosotros y en el lugar que nos rodea.

H. Juan Antonio Sandoval, América Central

Me voy de Florianópolis más ligero y sereno y con la convicción de que la verdadera fraternidad brota de nuestros corazones. Como hermano, tengo que vivir esta espiritualidad del corazón en mi vida diaria, siendo yo mismo, respetando a las personas, mostrando solidaridad y, sobre todo, siendo humano. Fue un honor poder vivir esta experiencia con laicos y hermanos de lengua española y portuguesa.

H. José Aderlan, Brasil Centro-Sul

El curso Espiritualidad del Corazón ha sido una experiencia de vida en la que he podido compartir no solo el encuentro conmigo misma, sino el encuentro con otros.  Es maravilloso ver la pasión con que se vivió el amor a Jesús teniendo presente el carisma de Champagnat a través del diálogo y la puesta en común de las diversas culturas, en las que hermanos y laicos coincidimos en la importancia de una espiritualidad encarnada con una mirada hacia el otro. Agradezco al instituto por brindarme tan hermosa experiencia.

Shirley Nieto, Norandina

El encontrarnos Hermanos, Laicas y Laicos de diferentes países y culturas durante más de tres semanas es una riqueza y una gracia. Poder compartir la Vida, la Espiritualidad y la Misión que nos une como Maristas de Champagnat deja una huella significativa en mí.

Queda el reto-compromiso de hacer vida las llamadas que aquí han surgido para que la Espiritualidad del Corazón continúe generando vida en nosotros y nuestros ambientes.

H. José Luiz, América Central

Para mí, una de las experiencias destacadas fue el énfasis dado al cultivo de la interioridad como forma de potenciar el cultivo de una espiritualidad unificadora, encarnada, incluso sensible al otro, especialmente a los niños y jóvenes en mayor vulnerabilidad. Queda el desafío de crecer y ayudar a otros a crecer en la interioridad, reconociendo a Dios como Amor en la vida cotidiana, siguiendo las huellas de Jesús, a la manera de María, como hizo San Marcelino Champagnat.

Renato Biasi, Brasil Sul-Amazônia

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