17 de agosto de 2020 AUSTRALIA

Un laico marista se une durante 3 meses a la Comunidad La Valla Hermitage, en Mittagong

Uno de los sueños de la comunidad La Valla Hermitage en Mittagong, Australia, es que los laicos maristas se unan a los hermanos en la residencia y participen en la vida de la comunidad. Una persona puede unirse a la comunidad por solo una semana o incluso tres meses. El tiempo transcurrido en la casa puede ser una oportunidad de enriquecimiento, una forma de tomarse un periodo sabático, alejarse por un tiempo para orar y reflexionar, tener un período de discernimiento, o quizá sólo experimentar cómo se vive en una comunidad Marista. En los últimos tres meses, el joven marista, Filipe Gama e Silva, ha hecho exactamente eso. En las imágenes, Filipe está con los hermanos que forman la comunidad: Ian McCombie, Robert O’Connor y Bill Sullivan.

A continuación, presentamos un breve resumen de su estadía durante tres meses con los hermanos en la comunidad La Valla, con preguntas formuladas por el H. Bill Sullivan.


¿Qué es lo que te hizo querer estar con los Hermanos en la Comunidad LaValla?

Philip: Siempre tuve el deseo de querer experimentar cómo era la vida vivida en comunidad con los Hermanos. Por un tiempo, el H. Bill y yo hablamos sobre esta opción, pero no estaba listo para dar el salto. Quizá era el Espíritu que estaba actuando en mí, y con el comienzo del COVID-19, combinado con el “trabajo desde casa”, sentí que este era el momento exacto.

¿Qué es lo que te ha gustado de tu estadía con los hermanos?

Filipe: Lo que más me ha gustado ha sido simplemente el hecho de compartir la vida comunitaria con los hermanos Bill, Ian y Bob. Al final de un largo día de trabajo, compartir la cena y charlar con ellos, era la mejor parte del día. Ellos dicen que ser hermano significa ser “hermano” el uno para el otro. No creo haber entendido realmente el significado de este término hasta que llegué aquí. Me ha encantado, de verdad, la naturaleza acogedora de la comunidad y el hecho de que me hayan hecho sentir que era un “hermano” para ellos.

La otra cosa que sinceramente he valorado y me ha gustado es la oración comunitaria todos los días. He sentido algo diferente y especial al reunirme en comunidad para orar. Aunque siempre llegaba último, ¡los Hermanos nunca me llamaban la atención por eso! Creo que se reían en secreto cuando me escuchaban correr hacia la capilla con la esperanza de recuperar algunos segundos de mi retraso.

¿Qué es lo que encontraste como un desafío?

Philip: Aunque realmente disfrutaba de la compañía de los hermanos durante el retiro en Mittagong, (debido al confinamiento del COVID-19) a veces, extrañaba estar rodeado de personas de mi misma edad. A veces, me resultaba difícil encontrar el equilibrio entre mis compromisos laborales y mi plena participación en la comunidad, mientras utilizaba el tiempo y el espacio para la reflexión, el discernimiento y la oración.

¿Qué es lo habrías hecho de otra manera?

Filipe: No estoy seguro, dado que no tuve tiempo para reflexionar sobre mi experiencia por completo. Lo que sí sé es que ha sido un desafío mantener un equilibrio entre los compromisos laborales y el tratar de estar completamente comprometido con la comunidad, mi propio tiempo espiritual y la pastoral. Creo que, si tuviera que hacerlo otra vez, en un mundo ideal, no estaría trabajando de lunes a viernes.

¿Cómo sentiste el tiempo de oración con la comunidad?

Filipe: El tiempo de oración con la comunidad fue uno de mis mejores momentos. No sé exactamente lo que era, pero sentía algo diferente cuando me unía en oración.

¿En tres palabras cómo resumirías tu estadía en la comunidad de La Valla?

Filipe: Acogedor, motivador y divertido.

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