1 de septiembre de 2020 TANZANIA

Diego Fernando Pérez González, México: experiencia de voluntariado marista en Mwanza

Diego Fernando Pérez González, 20 años, de Zapopan, México, Provincia México Occidental, ha sido voluntario desde septiembre de 2019 en la escuela Marista de Nyakato en Mwanza, Tanzania, Provincia PACE. Ha vivido en la comunidad Marista local. Él describe su experiencia en la escuela Marista y su vivencia en la comunidad antes y durante la pandemia.


Una experiencia fuerte en todos los sentidos… Un viaje personal, que a su vez se convirtió para mí, posteriormente, en algo para compartir y que me hizo llegar a la conclusión, por primera vez en mi vida, de que la felicidad es sustanciosa, duradera y real solamente cuando es compartida…

Adaptación

Hasta no haber estado ahí presente en la comunidad y escuela Maristas de Nyakato, Mwanza en Tanzania, yo no quería imaginar ningún escenario en concreto, siendo consciente de que al final carecería de sentido ya que probablemente sería algo completamente diferente.

El día llegó por fin, un 24 de septiembre del 2019, era de noche cuando llegué al lugar que sería mi hogar, en lo que esperaba en ese entonces, por unos 15 meses aproximadamente. Prácticamente llegué únicamente a instalarme y reponerme del viaje. Al día siguiente empezaba lo bueno, ahí cuando por fin sentí el peso de lo que se me venía encima. Recuerdo muy bien haber acabado exhausto ese día con tantas presentaciones y cientos de caras nuevas…

Una parte clave del proceso de adaptación fue el choque cultural. Por más que intentaba, era difícil comprender en un principio por qué la gente actúa como actúa, piensa como piensa, sus motivos y sobre todo diferenciar cuando sus intenciones eran buenas o no. Esto último me hizo titubeante en un principio para salir de la escuela y explorar la ciudad, podría decir que los primeros 3 meses mis salidas fueron escasas, permanecía dentro de las instalaciones de la escuela y comunidad todo el tiempo.

Otros dos grandes retos que se nos presentaron en un inicio fueron la parte afectiva y el encontrar mi lugar como voluntario Marista. Lo primero me hacía pensar y añorar a mi familia en repetidas ocasiones, me sentía muy solo; caí en la cuenta de que había que trabajar esa parte de la maduración afectiva. Con lo segundo me refiero a que batallé encontrando las actividades para aportar a la escuela y mi comunidad. No puedes esperar irte en una aventura como esta y pensar que las cosas salgan adelante con completa comodidad y todo sea color de rosas.

Fluir/buen ritmo

“There’s no rush here in Africa” es algo que me llegaron a decir varias personas allá, también era algo que pude observar. Tomando esta frase como punto referente, empecé a relajarme un poco más, a ser más paciente conmigo y en general a disfrutar más; todo esto, sumado al conocimiento empírico que iba acumulando, me ayudó a encontrar el ritmo de vida por allá, a conectar más con la gente, empecé a acercarme más con los estudiantes de la escuela de forma más natural y efectiva, a tener más responsabilidades y a aportar más, había encontrado mi lugar dentro de la comunidad finalmente.

Mi Kiswahili fue mejorando poco a poco, a su vez empecé a salir por mi cuenta fuera de la escuela para explorar, descubrir más de la cultura, y distraerme. Encontré un balance entre el tiempo entregado a los demás y a mi mismo.

A través de toda esta vivencia, descubrí lo que implica el desprendimiento del ego, esto me ayudó a que la sensación de “ser el centro de atención”, la cual me traía inconformidad, fuera desapareciendo. También me ayudo a ser más honesto conmigo mismo y con los demás, si había algo que no sabía hacer preguntaba, buscaba ayuda etc. En general y abarcando muchos aspectos, me ayudó a disfrutar más de la experiencia.

Cuarentena

El 18 de marzo del 2020 un llamado oficial del gobierno hace que la escuela cierre por tiempo indefinido. Todo fue muy rápido, de la noche a la mañana, así es como el gobierno de Tanzania y de muchos otros países africanos manejan las cosas. La mañana del día del cierre fue un caos entre llamadas a los padres, los mismo llegando por sus hijos, alumnos llevándose cosas y dejando otras en la institución, limpieza y demás, andábamos de un lado para otro.

Supe sacarle provecho a la situación, reestructuré mi agenda de actividades, empecé a convivir más con los postulantes (ellos acabaron siendo como hermanos para mí), me puse a hacer cosas que con la actividad de la escuela eran difíciles de hacer, y sobre todo en un principio que la situación no parecía agravarse aún, estuve saliendo bastante, fueron los días en que más sumergido estuve con la cultura africana, así de sencillo.

Regreso en México

De repente un día a finales de mayo el gobierno anuncia la reapertura de los aeropuertos. Desde que nadie tenía la menor idea todavía de cuando reabrirían las escuelas, decidí mejor no remar contracorriente y regresar a casa con mi familia. Pude despedirme de los Hermanos, los postulantes e incluso de los maestros, lamentablemente no fue el mismo caso con los estudiantes, fueron pocos a los que pude ver después de que la escuela haya cerrado.

Me regresé tranquilo, contento, feliz y agradecido con cada uno de los miembros de la comunidad, satisfecho por los que viví, experimenté y aprendí por aquellas tierras.

Dejando a un lado las circunstancias actuales con respecto a la pandemia global actual y sus estragos, recomendaría a cualquiera darse la oportunidad (sin tomarlo a la ligera) de vivir la experiencia de vida comunitaria en Tanzania.

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