9 de mayo de 2013 CASA GENERAL

En camino hacia la Conferencia General – 5

El H. Emili, en su Carta a los Provinciales de abril 2012, expresó los objetivos de la Conferencia general de septiembre 2013. Al mismo tiempo ofrecía algunas pautas metodológicas.

La Conferencia general, tres semanas para:

  • “Consolidar la unidad del Instituto y favorecer los contactos directos de los Superiores entre sí y con el Hermano Superior General y los miembros de su Consejo” (C 137.11.1)
  • Ejercer nuestra corresponsabilidad en la animación y el gobierno del Instituto, considerado como un todo, más allá de los límites de nuestras unidades administrativas
  • Apoyarnos y animarnos mutuamente, con vistas a reforzar nuestro liderazgo en el Instituto, para el bien de nuestra misión
  • Tomar conciencia de dónde estamos ahora, como Instituto, con relación a las llamadas del XXI Capítulo general
  • Promover una experiencia intensa y significativa de los participantes, especialmente de los HH. Provinciales y miembros del Consejo General, en clave de mística y profecía. Animarnos “por dentro” para poder animar.
  • Elaborar una visión común del futuro que queremos para las distintas regiones del Instituto; formular y explicitar “la promesa” de la mucha vida que nos espera, para que nos impulse y dinamice hacia delante.

class=imgshadowPara ello:

  • Vivimos la Conferencia en actitud de discernimiento y como un momento para profundizar y compartir la vivencia de la fe y la dimensión mística de nuestras vidas
  • Realizamos las visitas previas a la Conferencia, de enero a septiembre de 2013, como una experiencia de inserción en otra provincia / región del Instituto, de la mano del provincial o superior de Distrito que acoge (para conocer y compartir no tanto las casas o las obras, como su experiencia personal, su día a día)
  • Reconocemos los “indicios de la aurora” o fuentes de energía que hay en cada uno de nosotros y en el Instituto
  • Buscamos aquellos “puntos de apoyo” que nos van a servir para “mover” a todo el Instituto
  • Tomamos conciencia de nuestros miedos y resistencias al cambio
  • Estudiamos posibles escenarios para la vida y misión maristas en cada región del Instituto, y elegimos el que sentimos como llamada de Dios, para comprometernos a hacerlo realidad.

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