19 de septiembre de 2020 BANGLADESH

La presencia perdurable de San Marcelino en los “jardines de té”

“En la comunidad de Giasnogor (Bangladesh), la presencia perdurable de Marcelino está viva en los trabajos educativos, en la alimentación de los niños pobres y en el trabajo manual”, afirma el H. Vigilio Bwalya (de Zambia), al hablar de la presencia marista en los “jardines de té”, donde la gente vive en condiciones extremadamente pobres.

El hermano Vigilio, que trabaja en Bangladesh desde marzo de 2008, comparte con nosotros su experiencia de trabajo misionero en la Comunidad de Giasnogor junto a los hermanos maristas: Cesar Barba (México), Marti Enrich (España) y Eugenio Sanz (España). Otro hermano de Bangladesh, Rubel Nokrek, se unirá a ellos tan pronto como se reinicie el transporte aéreo.

“Este año, el 25 de julio, cumplí cincuenta años, sin embargo, me siento abrumadoramente joven. A pesar de nuestra edad cronológica, la presencia duradera de San Marcelino se mantiene llena de vitalidad gracias a nuestra presencia activa en la enseñanza escolar, en el cuidado de los niños del albergue, en los programas de alimentación y en el trabajo manual.

Nuestra comunidad, uno de los signos visibles de la presencia perdurable de San Marcelino, está rodeada por las comunidades de los jardines de té, cuyos habitantes tienen viviendas deplorables, salarios precarios, mala nutrición y un analfabetismo sin igual. Las condiciones de vida de la gente aquí son extremadamente pobres, y es lamentable mencionar que no es raro encontrar una sola habitación llena de familiares de diferentes edades. Los sueldos son bastante miserables; tan bajo como un 1 $ al día. Con este salario, apenas reciben comidas decentes; muchos de ellos a menudo de mala calidad, por ejemplo, carecen de proteínas. Los niveles de alfabetización tampoco son diferentes. La mayoría de los trabajadores del jardín de té (incluidos nuestros trabajadores) son analfabetos; y solo algunos de sus hijos saben leer y escribir.

Nos encontramos en este lugar principalmente para ayudar a reducir los niveles de desnutrición y disminuir los niveles inigualables de analfabetismo entre los niños, a través de programas de alimentación y la apertura de una escuela secundaria, en 2017. De alguna manera, nuestros dos principales apostolados son comunitarios y escolares. Desde el inicio del COVID-19 y el confinamiento, nos ha ido bien con los programas de alimentación, pero al igual que muchos Hermanos en el mundo, no hemos podido hacer mucho respecto a lo educativo, para asegurar la presencia de Marcelino entre los niños. Sin embargo, desde un lado positivo, la presencia perdurable de Marcelino en el trabajo manual ha resurgido en la mayoría de nuestros Hermanos. A medida que los sectores de educación y transporte/aviación se fueron cerrando en todo el mundo, nos encontramos atrapados en la comunidad haciendo la mayoría de los trabajos que hacen los trabajadores y estudiantes; limpiando continuamente los alrededores, plantando y regando el césped y las flores, cavando zanjas, limpiando senderos, etc. Encuentro esta experiencia – de la presencia de Marcelino a través del trabajo manual – muy satisfactoria y edificante.

Es la misma experiencia que tuve durante mi visita al Hermitage en el 2016, en Francia. Me mostraron la cama de Marcelino donde me senté en contemplación, pero no sentí su presencia allí; me mostraron la caja dorada que se supone contiene sus restos y ante la cual rezamos, pero no sentí su presencia allí. Después, me llevaron a su lugar de nacimiento, pero él tampoco estaba allí; incluso me llevaron al lugar donde se perdió en la nieve, pero no pasó nada dentro de mí. Pero un sábado por la mañana me pidieron que fuera a limpiar los arbustos que crecían a lo largo de las orillas del arroyo, y es allí cuando sentí algo dentro de mí, sentí su presencia. Suspiré apacible y musité dentro de mí, como si estuviera hablando con él, “entonces, quieres que también hagamos esto, que nos ensuciemos las manos”. En la comunidad de Giasnogor, la presencia perdurable de Marcelino está viva en nuestro trabajo educativo, en la alimentación de los niños pobres y en el trabajo manual “.

H. Virgilio Bwalya
Zambia – Provincia de África Austral

Foto – De derecha a izquierda: Hermanos Vigilio Bwalya (Zambia), Cesar Barba (México), Marti Enrich y Eugenio Sanz (España), y de frente, Shumon, un novicio de Bangladesh.

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