22 de noviembre de 2008 REP. DEM. DEL CONGO

La R.D. del Congo llora desconsoladamente a sus hijos

1. Nosotros, Arzobispos y Obispos, miembros del Comité permanente de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo, reunidos en Kinshasa en sesión extraordinaria del 10 al 13 de noviembre 2008, afligidos y profundamente conmovidos por la tragedia humana en el este y en el nordeste de la R.D. del Congo, lanzamos un grito de angustia y de protesta. En efecto, ha transcurrido apenas un mes desde que nuestra Conferencia Episcopal Nacional del Congo, por su Presidente, hiciera una declaración relacionada con el reinicio de las hostilidades en el este y en el nordeste de la R.D. del Congo.
A pesar de nuestros llamamientos patéticos, tanto a nuestros gobernantes como a la Comunidad internacional, por desgracia, la situación en esta parte de nuestro país no ha hecho más que empeorar, alcanzando proporciones insoportables, muy inquietantes y susceptibles de desestabilizar toda la subregión si no la tomamos suficientemente en cuenta. Sí, hoy, como dice la Escritura: ?se oyó una voz en la R.D. del Congo, lágrimas y una larga queja; es Goma, Kiwanja, Dungu, es la nación entera que llora a sus hijos y no quiere ser consolada, porque ya no existen.? (cf. Mt 2, 18).

¿Genocidio silencioso?

2. Un verdadero drama humanitario comparable con un genocidio silencioso tiene lugar en el este de la R.D. del Congo, a la vista de todos. Matanzas gratuitas y en gran escala de las poblaciones civiles, exterminio centrado en los jóvenes, violaciones sistemáticas perpetradas como arma de guerra: de nuevo una crueldad de una virulencia excepcional está desencadenándose contra las poblaciones locales que jamás exigieron otra cosa que una vida apacible y decente en sus tierras. ¿Quién podría estar interesado en un drama semejante?

3. Lo más lamentable es que estos terribles acontecimientos ocurren bajo la mirada impasible de los que recibieron el mandato de mantener la paz y proteger a la población civil. Nuestros propios gobernantes se muestran impotentes ante la amplitud de la situación, dando la impresión de no estar a la altura de los desafíos de la paz, de la defensa de la población congolesa y de la integridad del territorio nacional. La clase política en su totalidad no parece darse cuenta de su responsabilidad delante de este drama que corre peligro de hipotecar el futuro de la nación.

Recursos naturales y plan de balcanización: nervio de la guerra

4. Es evidente que los recursos naturales de la R.D. del Congo alimentan la codicia de ciertas potencias y que tienen mucho que ver con la violencia impuesta a la población. En efecto, todos los conflictos se desarrollan en los ejes económicos y alrededor de los pozos mineros. ¿Cómo comprender que se violen los diferentes acuerdos y que no exista ninguna presión eficaz para obligar a los firmantes a respetarlos?
Las diversas conferencias y las reuniones para desatar esta crisis siguen sin abordar las cuestiones de fondo y no han hecho más que aplazar y decepcionar las ilusiones legítimas de justicia y paz de nuestro pueblo. Además, el plan de balcanización que no dejamos de denunciar es ejecutado por personas que juegan el papel de intermediarios. Tenemos la impresión que existe una gran complicidad que no quiere llamarse de este modo.
La extensión de la R.D. del Congo y sus numerosas riquezas no deben servir de pretexto para convertirla en una selva. Pedimos al pueblo congolés que no ceda jamás a la veleidad de balcanización de su territorio nacional. Le recomendamos que no ponga nunca en tela de juicio el tema de sus fronteras, establecidas internacionalmente y reconocidas desde la conferencia de Berlín y los acuerdos ulteriores.

Condena

5. – Condenamos con vehemencia esta manera innoble de considerar la guerra como medio para resolver los problemas y acceder al poder. El orden institucional proveniente de las elecciones democráticas en nuestro país debe ser salvaguardado.
– Denunciamos los crímenes cometidos contra ciudadanos pacíficos y desaprobamos totalmente cualquier agresión contra el territorio nacional.
– Fustigamos el laxismo con que la Comunidad internacional trata el problema de la agresión de que es víctima nuestro país.

¿Que pedimos?

6. Pedimos insistentemente el cese de las hostilidades y la garantía de las condiciones de seguridad para que los desplazados vuelvan a sus tierras.

7. Con toda urgencia hacemos una llamada a la solidaridad nacional e internacional para que aumente la ayuda humanitaria a favor de los millares de hombres, mujeres y niños hacinados en los campamentos.

8. Invitamos a toda la población congolesa a un despertar nacional para vivir como hermanos y hermanas, en la solidaridad y la cohesión nacional, con el fin de que la R.D. del Congo no caiga en la violencia y las divisiones.

9. Exhortamos al Gobierno congolés a hacer todo lo que esté a su alcance para restablecer la paz en todo el territorio nacional. Nuestros gobernantes tienen el deber sagrado de desempeñar sus funciones para proteger al pueblo y garantizar la seguridad en las fronteras. Nadie ignora que la ausencia de un ejército republicano es perjudicial para la paz en el país.

10. Pedimos a la Comunidad internacional que se implique sinceramente para hacer respetar el derecho internacional. Consideramos imperioso el envío de una fuerza de pacificación y estabilización con objeto de devolver a nuestro país sus derechos. Todos saldremos ganando con un Congo en paz antes que con un Congo en guerra.

Compromiso de la Iglesia

11. Solidaria del sufrimiento de su pueblo, la Iglesia-familia de Dios que está en la R.D. del Congo se compromete a acompañar a sus hijos e hijas heridos para guiarlos por el camino de la reconciliación y de la paz. La Iglesia expresa su agradecimiento a Su Santidad el papa Benedicto XVI por su atención hacia el drama de la R.D. del Congo, por sus llamamientos repetidos a todos para encontrar una solución pacífica y por la ayuda económica que él mismo acaba de entregar con el fin de aliviar a las poblaciones desplazadas.

12. El Señor veló durante horas en el jardín de Gethsémani y sintió como propios los sufrimientos infligidos e impuestos a los miembros de su cuerpo (cf Mt 25, 31-46). Que Él vele con nosotros y nos sostenga ante el drama que está viviendo nuestro país.

Que la Santísima Virgen María, Reina de la paz, obtenga la paz a nuestra querida patria.

Dado en Kinshasa, el 13 de noviembre de 2008.

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