4 de enero de 2011 CASA GENERAL

La tierra nueva (1)

El Documento del XXI Capítulo general lleva como título en la portada: ?Con María, salid deprisa hacia una tierra nueva?. Un buen exponente de lo que los capitulares llamaron ?Llamada fundamental?. Es muy significativo y hermoso, para nosotros, maristas, que esta llamada esté puesta bajo la protección de María, la primera misionera de Cristo.A todos nosotros aún nos queda por descubrir el misterio de esta ?tierra nueva? hacia la cual tenemos que ir deprisa. Esta tierra nueva es como una utopía, como la estrella de los magos, es una opción al ensueño, puerta abierta hacia el futuro. Seduce, atrae y suscita nuevas energías. También para Abraham la ?tierra nueva? era toda una incógnita. Del mismo modo, para el pueblo de Israel la ?tierra prometida? fue al principio ?una utopía?, cuyo primer fruto fue la formación, a partir de un conjunto heterogéneo de gentes, de un pueblo, el pueblo de Dios. Los magos, a su vez, confiando en su estrella, se pusieron en ruta hacia una tierra nueva. Allí les esperaba el Rey que acababa de nacer. María corre también hacia la señal que Gabriel le ha dado, ignorando todas las gracias que le esperaban en la casa de Isabel. Esta capacidad de ensoñación emerge con frecuencia en el documento: ?Juntos hemos soñado nuestro futuro. A través de estos ensueños hemos descubierto la llamada fundamental que Dios nos hace hoy?. (Doc. Del Capítulo general, p. 17). Esta realidad del sueño estaba ya presente de forma manifiesta en El agua de la roca, cuyo título de la página 84 es significativo: ?Tendremos visiones, imaginaciones, sueños?¿?Tierra nueva?? Así como Pascal hace decir a Dios: ?No me buscaríais si ya no me hubieseis encontrado?, del mismo modo tenemos la intuición de que esta ?tierra nueva? no nos es del todo desconocida, de que ya hemos vivido en ella. ?Esta tierra nueva? es ante todo, el niño que toma forma en María, algo nuevo que ella descubre día a día, que nos aporta la novedad eterna de un Dios siempre joven. Jesús es la tierra nueva, capaz de darnos ?unos cielos nuevos y una tierra nueva?. Jesús es el primero hacia el que debemos encaminarnos deprisa. Él es el primero para descubrir, el primero en el que debemos vivir y la única tierra nueva que podemos presentar para que tantos otros, especialmente los jóvenes descubran. En este camino María, siendo su madre, es la primera, pues Jesús se manifiesta en el amor. El seno que lleva esta tierra nueva es la Anunciación, la marcha misionera, el Magníficat: María. Si el camino que conduce a Jesús es el amor, hay otra tierra para renovar, nuestro propio corazón. Jesús y María nos hacen caminar hacia nuestra propia interioridad para que nuestra vida llegue a ser santuario del Señor, rica del único tesoro que podemos ofrecer a los demás. En este sentido va la reflexión del hermano Emili, Superior general en la presentación del documento del Capítulo general: ?Dudo mucho que un desafío tan importante a nivel colectivo como el de ?salir deprisa, con María, hacia una tierra nueva? pueda realizarse si no hay al mismo tiempo, un desplazamiento, un itinerario interior en cada uno de nosotros?. Esta tierra nos es ya un poco conocida y sin embargo, cuántos continentes quedan por descubrir en nosotros mismos. María, que ha hecho de su corazón y de su seno el santuario de la Palabra, puede guiarnos con seguridad: ?Con María, marchemos deprisa, hacia la tierra nueva de nuestra propia interioridad?. Este camino hacia el corazón es el camino que hace de nuestra familia ?una tierra nueva?. ?Tierra nueva? para cultivar también con mucho cuidado por todos los laicos maristas, inspirados por el documento Alrededor de la misma mesa. Es asimismo un camino hacia dentro. Nuestra familia puede convertirse en tierra nueva, llena de posibilidades, si se encamina hacia Jesús, si se deja inspirar por María, si sabe renovar su corazón y hacerlo generoso.______________Giovanni Bigotto, fms

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