29 de diciembre de 2004 SRI LANKA

El golpe ha sido duro, pero no hay tiempo para llorar

Desconcierto, consternación y dolor. Para las Iglesias de las regiones destruidas por el tsunami y para los misioneros que allí trabajan son momentos de solidaridad y de movilización para ayudar a las poblaciones más golpeadas. Y es que hoy la emergencia se ha desplazado a los sobrevivientes, que corren el riesgo de ser víctimas de las epidemias ?tifus, diarrea y hepatitis- que tienden a desarrollarse en tales situaciones, aunque sin descuidar a los muertos que deben ser sepultados.
Los daños a los edificios eclesiales son limitados, pero en algunas diócesis la comunidad cristiana ha sido duramente afectada. Y en esta perspectiva los Obispos locales son, a menudo, junto a misioneros y religiosos/as, los puntos de referencia para organizar las ayudas y el apoyo para quienes han perdido sus casas o, peor aún, sus familias.

El Consejo General se ha puesto en contacto con nuestros Hermanos en Sri Lanka, India y Malasia, quienes nos comunican que tanto ellos como sus familias se encuentran bien. Nos sentimos en comunión con sus pueblos, especialmente con tantas personas que han perdido en esta tragedia a sus familiares o sus pertenencias.

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