22 de noviembre de 2005 BéLGICA

Entrar en lo más profundo de sí mismo para encontrar a Dios

Después de las Jornadas Mundiales de la Juventud, doce jóvenes con edades por encima de los 15 años han tenido un encuentro durante un fin de semana a principios de noviembre, en Lavaux. El tema era la interioridad. Se quería tomar en serio la invitación del papa Juan Pablo II: « Vinieron a adorarle ». El Papa Benedicto XVI envió a los jóvenes a sus países respectivos invitándolos a reservar tiempo para descubrir que en el fondo de cada persona existe un mundo con frecuencia inexplorado: el de lo divino, lo espiritual. A menudo andamos en busca de un Dios exterior a nosotros cuando él está en pleno corazón de nuestra vida y de nuestro cuerpo.
Se le ha invitado a cada uno a orar con la naturaleza: las huellas de Dios están allí igualmente presentes. Integrar la naturaleza es convencerse de que protegerla es bendecir a Dios, dañarla es dañar a Dios. Y luego se trataba de escuchar, por los senderos del silencio, los « ruidos » exteriores e interiores de nuestra persona. Por la escucha de la música hemos tomado conciencia de que a través de ella percibimos los ecos de toda una vida interior. Este fin de semana ha transcurrido al lado de una comunidad nueva, Tiberíades, que se inspira en la espiritualidad franciscana. En contacto con sus miembros hemos podido vivir un tiempo de trabajo manual, y de testimonio, culminando con la Eucaristía en su comunidad. Es importante dar a los jóvenes pistas para desarrollar su « vida interior » en un mundo que les ofrece dispersión por todos los costados y que les hace perder el gusto de la interioridad.

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