19 de septiembre de 2006 BOLIVIA

Manifiesto de los educadores maristas

Somos educadores maristas, hermanos, laicas y laicos pertenecientes a la Provincia Marista de Santa María de los Andes. Hemos venido desde Roboré, San José de Chiquitos, Santa Cruz, Comarapa y Cochabamba. Con nosotros han participado también una representación de los países hermanos de Perú y Chile.

Trabajamos en Bolivia, desde hace mucho tiempo, ofreciendo a la niñez y juventud un proyecto evangelizador liberador a través de la educación formal, alternativa, de adultos y técnica, y de otros servicios sociales tales como: salud, comedores estudiantiles, internados y proyectos de desarrollo comunitario. En este momento, más de 700 educadoras y educadores, atendemos a 9.000 alumnas y alumnos en diez centros educativos. Nuestros destinatarios proceden mayoritariamente de los sectores populares y marginales de nuestro país y pertenecen a varias confesiones religiosas.

Nos hemos reunido en Santa Cruz de la Sierra del 8 al 10 de septiembre para celebrar los 50 años de la presencia marista en Bolivia y reafirmar nuestro compromiso de seguir amando y sirviendo a las niñas, niños y jóvenes desde nuestro proyecto educativo marista.

Constatamos con preocupación el momento difícil que vive nuestro país, caracterizado por una fuerte polarización entre los diversos sectores y la falta de un diálogo sincero y constructivo que ayude a encontrar consensos que permitan superar pacíficamente la actual situación. Nos preocupa, además, la política educativa del gobierno expresada en la propuesta de ley aprobada en Sucre, que limita la libertad de enseñanza, promueve una educación fuertemente controlada por el Estado y con un acentuado carácter laicista, que desconoce el servicio prestado por la Iglesia en la educación y el derecho que tiene ésta de educar, y que restringe así mismo el derecho que asiste a los padres de familia de elegir la educación que quieran para sus hijos. Pero, al mismo tiempo, valoramos el propósito del actual gobierno de incluir a sectores que tradicionalmente han estado marginados dentro del proceso de desarrollo económico, político y social del país y buscar para ellos mejores condiciones de vida y mayores posibilidades de educación.

En estos días, los 350 participantes en este encuentro, hemos sido testigos de la variada, creativa y rica experiencia educativa evangelizadora que los Maristas desarrollamos en los distintos rincones de nuestra patria.

Al mismo tiempo, nos hemos acercado a las fuentes de nuestra historia y espiritualidad y desde allí hemos profundizado en el sentido de nuestro proyecto educativo, el que, nacido de Marcelino Champagnat, queremos reafirmar y traducir hoy a la realidad concreta de nuestro pueblo. En este sentido, queremos seguir impulsando una pedagogía basada en el amor: que privilegia al débil y respeta la diversidad; que integra la fe, la cultura y la vida; que cultiva en sus alumnas y alumnos la búsqueda del sentido de la vida desde una perspectiva trascendente, cristiana y solidaria, comprometida en la transformación de nuestro país; que procura que sus educadoras y educadores vivan un proceso permanente de perfeccionamiento, que les capacite profesional y cristianamente para prestar mejor el servicio de formar ?buenos cristianos y honestos ciudadanos?; que reconoce a los padres de familia como los primeros educadores de los hijos y en consecuencia les anima a asumir su responsabilidad en este proceso desde la óptica marista.

Pedimos al Estado que respete la libertad de enseñanza en el país y favorezca cuantas iniciativas educativas de calidad surjan en beneficio de la población.
Pedimos a la Iglesia que mantenga siempre abiertos los canales de diálogo y que continúe defendiendo con valentía el derecho que le asiste de educar desde los valores cristianos.
Pedimos a la institución marista que siga compartiendo con gozo y esperanza el carisma entregado por Dios a Marcelino Champagnat.
Pedimos a las educadoras y a los educadores maristas que crezcan constantemente en su compromiso y dedicación para ofrecer una educación evangelizadora y de calidad.
Pedimos a las alumnas y a los alumnos que asuman con responsabilidad el proyecto educativo que se les ofrece y puedan encarnar en sus personas los valores maristas que se les entrega.

Pedimos a los padres de familia que se identifiquen cada día más con los valores del ideario marista y asuman una mayor corresponsabilidad en el acompañamiento de sus hijos.

Finalmente, en estos momentos de incertidumbre que vive el país, nos comprometemos: a ver la realidad con ojos de fe y asumir una postura de esperanza y de confianza en Dios que es quien conduce la historia; a ser una instancia de diálogo, de encuentro, de familia que ayude a superar la dinámica de confrontación existente en este momento histórico; a continuar ?reencantándonos? con nuestra vocación de educadoras y educadores maristas, centrando apasionadamente nuestras vidas en Jesús y su evangelio, al estilo de María; a seguir educando preferentemente a las niñas, niños y jóvenes más necesitados; a ofrecer una educación evangelizadora de calidad subrayando las dimensiones académica, pastoral y de solidaridad; a ser creativos en las respuestas educativas que tenemos que dar a los desafíos y retos que nos presenta el mundo nuevo que nos toca vivir.

Dado en Santa Cruz, a los 10 días del mes de septiembre del año 2006

VOLVER

No nos hemos detenido, aunque avancemos lenta...

SIGUIENTE

Un corazón y una misión...