25 de agosto de 2020 PERú

Voluntariado marista en la casa Hogar Marcelino Champagnat en Puerto Maldonado

Este es el testimonio de Zoila Flor De la Roca Prado, voluntaria local peruana, Provincia Santa Maria de Los Andes. Ella se encuentra en la casa Hogar Marcelino Champagnat en Puerto Maldonado, Peru, viviendo en comunidad con hermanos y laicos volutarios y misioneros. La casa hogar acoge jóvenes nativos de diferentes etnias que estudian la escuela secundaria en la ciudad. Zoila describe su vivencia durante la Pandemia de COVID19, algunos proyectos que los maristas desarrollaron con los jóvenes, la vida comunitaria y la Semana Santa.


Mi nombre es Zoila, me encuentro en la casa hogar de los hermanos Maristas de Tambopata, Madre de Dios, selva peruana.

Aquí, se da albergue a jóvenes nativos de diferentes etnias que vienen a la ciudad a estudiar secundaria. Este año, me incorporé a esta misión y comparto mi vida en comunidad con el hermano Jesús, Doris (que está un tiempo) y dos misioneros españoles, Isidoro y Ángel.

Este año, tenía casi todo preparado para recibir a los muchachos que vienen de su comunidad para iniciar sus estudios, cuando escuchamos una noticia: “cuarentena, nadie puede salir de su casa por la aparición de un virus muy contagioso…”

Todo cambió, planes, todo. Apareció la incertidumbre. Los muchachos ya no vendrían, no podían viajar, salir ni entrar a su comunidad. ¿Qué hacer?

Se debió cambiar de mentalidad, aprender a trabajar en comunidad en las diferentes tareas que te asignen. ¡Descubrir que hay tanto que hacer! Y lo bonito, dar importancia, redescubrir, valorar lo pequeño, lo grande que uno hace: limpiar, cortar, comprar, pagar, cantar, poner la mesa, cocinar…

Y el coronavirus me da una lección, ya que, con todo lo que realizábamos, me tocó hacer cuarentena. Quince días en mi habitación, sola y cómo no aprender en estas circunstancias el valor de la comunidad. El hermano Jesús y Doris, ayudándome en todo, con el riesgo de contagiarse (cabe resaltar que son personas mayores) y cómo se repartían las tareas. Me hizo recordar a nuestro Señor que dijo: MI FAMILIA ES AQUELLA QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE. Lecciones aprendidas en la casa que hacen redescubrir el valor del que está a tu lado.

En este tiempo, ha sido y es el valor de la disponibilidad lo más importante que he descubierto, el servicio de cada uno de los miembros de la comunidad para poder salir adelante. La preocupación  del hermano Jesús, apoyándonos a todos para realizar y culminar diferentes proyectos.

Aunque nuestros Jóvenes están en sus comunidades, se les ha estado apoyando con la comunicación continua con sus profesores y los padres de familia. Se les ha enviado datos, deberes. Además, víveres, libros y materiales. El estar pendientes para que ellos realicen su trabajo a distancia y no pierdan el año.

Toda la comunidad participó activamente en el rezo del rosario, en el Vicariato, el cual transmitimos vía facebook.

Este año, vivimos la Semana Santa, de manera diferente, viviéndola con las demás personas, sin salir de casa, colocando murales relativos a cada uno de los días del triduo (jueves, viernes sábado y domingo de resurrección) en las puertas de la casa, a fin de ayudar a las personas para que lo vean y lo vivencien.

Búsqueda de personas con dificultades económicas para poderlos apoyar emocional y materialmente.

Enviando pequeños detalles (queques) y compartiendo frutos de la casa con un albergue de niños abandonados.

Todo este tiempo que seguimos pasando, continúa la incertidumbre, los contagios, las muertes, pero también la alegría, la esperanza de que trabajando unidos (en casa) podemos hacer muchas cosas para los demás.

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Zoila Flor De la Roca Prado – Puerto Maldonado, Peru

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