9 de diciembre de 2010 CASA GENERAL

Un credo y un sueño

El Ministro General de la Orden Franciscana, Fray José Rodríguez Carballo, en su relación: ?Vida Consagrada en Europa: empeño por una profecía evangélica?, expuesta durante la 76ª Asamblea Semestral de la Unión de Superiores Generales (USG), tenida en Roma del 24 al 26 de noviembre de 2010 (leer más), concluyó su intervención con un credo y un sueño, que transcribimos a continuación.He aquí, a modo de decálogo, mis convicciones sobre el futuro de la vida consagrada en Europa. 1. Creo en una vida consagrada europea que, viviendo con lucidez su propia fragilidad, y partiendo de una situación inicial de carencias, caos y vacío, de una situación marcada por el no-saber y el no-poder, se deja modelar por el Señor, quien, con paciencia artesanal, la va transformando a su imagen y semejanza y le infunde su aliento de vida. Una vida consagrada dispuesta a nacer de nuevo (cf. Jn 3, 3). Una vida consagrada que recoloque su proyecto de vida desde los fundamentos de arcilla y pobreza global. 2. Creo en una vida consagrada europea poseída por el Absoluto de Dios, y apasionada por justicia. Una vida consagrada frecuentadora y creadora de oasis espirituales, espacios sagrados del infinito, capaz de formar maestros del espíritu, y de transmitir la belleza del seguimiento de Jesucristo obediente, pobre y casto, sin dejar por ello de ser experta en humanidad, comprometida activamente, amorosamente y con entrañas de compasión y misericordia con cuantos yacen medio muertos a la vera del camino. Una vida consagrada vivida incondicionalmente para Él, y que se deje transformar en signo visible y radiante para la humanidad frágil y débil que camina a trompicones, lacerada por los salteadores que la dejan malherida en el borde del camino (cf. Lc 10, 30ss). Una vida consagrada animada por la pasión de la samaritana y la compasión del samaritano. 3. Creo en una vida consagrada europea que se deje sacar del desierto de la superficialidad y del intelectualismo estéril, de las aguas engañosas de la trivialidad y del deseo de autojustificarse. Una vida consagrada que se deje conducir hacia la hondura y la autenticidad, situándose existencialmente en actitud de conversión y desde la lógica de lo esencial, de lo originario, desde la gratuidad, y la vida carismática y profética. Una vida consagrada que tenga la valentía de meterse de lleno en el cauce de la vida del Espíritu, para gustar la vida en abundancia. 4. Creo en una vida consagrada europea creíble por lo que vive, significativa por la calidad evangélica de su vida y misión, memoria visible del modo de existir y de actuar de Jesús . Una vida consagrada que retoma el Evangelio como su vida y regla, ?norma suprema diría el Concilio -, y camina desde él, sin domesticar sus exigencias más radicales para acomodarlas a un estilo de vida cómodo. Una vida consagrada que busca en el Evangelio su linfa joven y su sabia siempre nueva, su frescor y su novedad más profunda, de la que está tan necesitada. Una vida consagrada capaz de reconocer la sed que la habita y de ponerse en camino hacia el pozo del que mana agua viva (cf. Jn 3, 37- 39). 5. Creo en una vida consagrada europea que dejándose seducir por los claustros inhumanos se pone al lado de la fragilidad y de la vulnerabilidad como esencia de su identidad y consecuencia de su fe en la encarnación del Verbo. Una vida consagrada que vive de la esperanza que le viene del Señor, el único capaz de renovar su vigor (cf. Is 40, 3031), y, de este modo, siembra esperanza en el corazón de cuantos le sobran motivos para haberla perdida, reconociéndose como signo humilde y sencillo de una estrella que aún titila en medio de la noche de los pueblos. 6. Creo en una vida consagrada europea multicultural e inculturada, que desde la lógica del don es capaz de cruzar todo tipo de fronteras antropológicas y geográficas, y desde la fe en el Dios Trino y Uno es capaz de crear puentes de encuentro con el otro y con el distinto, y ser artífice de diálogo desde una opción y estilo de vida. Una vida consagrada que vea la diversidad como una riqueza y no como una amenaza, y la asuma gozosamente como epifanía de un Dios que hace nuevas todas las cosas. Una vida consagrada que, desde una profunda espiritualidad de comunión, sea lugar de comunión, de perdón y de reconciliación. Una vida consagrada que pide y da reconocimiento, más allá de cualquier fundamentalismo. 7. Creo en una vida consagrada europea que, desde la fidelidad a su identidad más profunda y a su rica historia, se abre con esperanza al futuro, hacia el cual nos empuja el Espíritu (cf. VC 110), haciéndose presente en el momento actual, viviéndolo con pasión y en actitud de adventus, experimentado, de este modo, la presencia y llegada del Señor (cf. NMI 1). 8. Creo en una vida consagrada europea que con visión de futuro, fantasía y creatividad evangélicas, sea capaz de abrir presencias inéditas de testimonio, colocándose en posiciones de vanguardia evangelizadora, como sal de la tierra, luz del mundo y levadura en la masa, anunciando a Cristo a los de cerca y a los de lejos, desde lo que ha visto y oído (cf. 1Jn 1, 3), e introduciendo a los hombres y mujeres en el misterio del amor de Dios. Una vida religiosa que habiendo saciado su sed en el Manantial que calma definitivamente la sed, como la samaritana, se transforma ella misma en mensaje. 9. Creo en una vida consagrada europea en camino para mejor comprender las exigencias de su vocación y misión, en búsqueda de pozos y caminos, y en discernimiento permanente. Una vida consagrada mendicante de sentido, en profunda comunión con los hombres y mujeres de nuestro tiempo, consciente de que su misión es la de dejarse quemar para contagiar luz, pasión de santidad y de humanidad. Una vida consagrada que apuesta por la transparencia y la credibilidad, y que adopta actitudes de sincera humildad, de escucha, docilidad, pobreza y urgencia de reencender el corazón y contagiar la caridad de Cristo. 10. Creo en una vida consagrada europea que no se deje encerrar en las fronteras creadas por las ideologías de turno, sino más bien, que sea capaz de presentar un proyecto contracultural fundado en una profunda y sólida experiencia de Dios y en la radicalidad del seguimiento de Cristo, centrado en el que lo es Todo, concentrado en los elementos esenciales del carisma de los Fundadores/as y des-centrado, que la ponga en camino para ir al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Un proyecto contracultural que la arrebate del terrible nihilismo que, por ser sonriente, no por ello deja de ser tremendamente peligroso, y de una economía psíquica, que mira sólo al bienestar y que fomenta la cultura del relativismo.Y si soñar la vida es darle futuro, entonces dejadme soñar: – Sueño una vida consagrada en Europa que asuma la llamada a la minoridad, tanto desde el punto de vista personal como institucional. – Sueño una vida consagrada en Europa que apueste por la calidad sobre la cantidad. – Sueño una vida consagrada en Europa que asuma la misión de ser levadura, fermento, profecía y signo, centinela en la muralla, corneta al amanecer, vigilante en la noche, faro en la distancia.- Sueño una vida consagrada en Europa que privilegie lo simbólico sobre la eficacia. – Sueño una vida consagrada en Europa que anteponga la renovación profunda a la supervivencia, la refundación de las personas a la de las estructuras.- Sueño una vida consagrada en Europa más cerca de Jesús y más cerca de los hombres, particularmente de los últimos; apasionada por Cristo y apasionada por la humanidad.

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